Nuestra amiga viajera Susana Ávila comparte con nosotros su pasión por los viajes y nos comparte su sabiduría sobre India en este artículo. Susana nos habla sobre Fathepur Skri, la historia del lugar y sus impresiones. Susana Ávila es experta en el universo mitológico indio. Y visita India con fruición. Es periodista, colaboradora en diversos medios de comunicación y Miembro de la Federación Española de Periodistas y Escritores de turismo. Tiene en su haber la publicación de dos libros espléndidos sobre mitología hindú: «Mitología de la India. Mítica y Mística» y «Ecos de la India Leyendas Clásicas y Populares». Publicados en Miraguano Ediciones. Hoy nos trasladamos con ella a Fathepur Sikri, la ciudad fantasma, con motivo de nuestro próximo viaje a India a realizar en octubre de 2023 con Oneira club de viajeros, y en el que visitaremos este lugar inefable. Las ilustraciones que nos sirve la autora precisamente son fotografías realizadas por ella misma en Fathepur Skri. Sigue leyendo para conocer más sobre esta ciudad abandonada.
Fatehpur Sikri (INDIA): La ciudad en silencio
Gentes de tiempos pasados que vivieron, rieron y lloraron, con sus emociones y carga energética depositada en los ahora silenciosos muros, desiertos corredores, plazas sin vida. ¡Cuántas ciudades muertas hay en el mundo!, Numancia, Delfos, Pompeya, Babilonia…
A 42 Km. al sudoeste de Agra se encuentra la ciudad de Fatehpur Sikri que fue, en la época de Akbar, la capital imperial y más populosa, incluso, que la misma Agra. Ahora es sólo un testigo silencioso, una colección de mezquitas, palacios y mansiones desiertas situadas en una colina, en medio de una vasta extensión de color ocre.
Fatehpur era un poblado pequeño, habitado por una colectividad de talladores de piedra que extraían la materia prima para su trabajo de la loma en que vivían. Llegó a estas tierras un místico, Salim Christhi, que pasó muchos días meditando en una gruta. Este hombre ganó el afecto de los pobladores del lugar que levantaron en su honor una mezquita. Preocupado el emperador que, a la sazón, tenía la capital en Agra, por la falta de descendencia y habiendo oído hablar del santo acudió para recibir sus bendiciones. Se dice que el propio hijo de Salim sacrificó su vida y su espíritu adquirió otra nueva en Maryam, esposa de Akbar. Cuando nació el niño, Akbar le puso de nombre Salim (aunque luego reinaría como Jahangir) en honor del santo y pronto decidió llevar su capital a este poblado.
Los trabajos de construcción comenzaron en 1569 y en 1574 se estableció la corte en Fatehpur Sikri. Ralph Finch, un viajero inglés visitó la ciudad y escribió: «El rey tenía en Fatherpur Sikri cien elefantes, treinta mil caballos, ochocientas concubinas, mil cuatrocientos ciervos domesticados y gran número de leopardos, tigres, búfalos, gallos y halcones; todo ello muy extraño para el visitante. Mantenía una corte espléndida. Agra y Fatehpur Sikri son grandes ciudades, cada una de ellas mayor que Londres». Akbar vivió en su nueva capital sólo dieciséis años. El estallido de disturbios en el noroeste le obligó a desplazarse a Lahore. La falta de agua y la ausencia del emperador contribuyeron a la decadencia de la ciudad y en poco tiempo quedaron desiertos los palacios y mansiones. El propio Finch que visitó la ciudad sólo cinco años después dijo: «Aparece en ruinas, muerta, como un desierto y peligrosa para pasar la noche.»
Hoy permanece serena, eco de las glorias de su pasado esplendor. Al atravesar la muralla de la ciudad por la puerta de Agra, y rebasando el triple arco de Naubat Khana, se llega a la plaza de los tambores donde se anunciaba la llegada del rey y de los visitantes ilustres. Allí, entre los restos de la Casa de la Moneda y la Tesorería, se entra en el Diwan-i-Am, la sala de audiencias pública, amplio patio rectangular abierto en el que hay una gran pradera en el centro y una galería alrededor excepto en la parte occidental en la que se encuentra el balcón real con sus celosías por las que las mujeres del harén contemplaban lo que ocurría más abajo.
A través de un pasillo se alcanza un patio todavía mayor desde el que es posible echar un vistazo a muchos de los principales edificios que constituían el palacio de Akbar. Yendo hacia el oeste se encuentran los baños turcos y el Anch Micholi (esconde y busca) donde están las habitaciones de la princesa frente a la gran cúpula de los astrólogos reales. En el centro del patio aún quedan los restos del gran tablero de ajedrez en el que el propio emperador jugaba con figuras humanas representadas por los cortesanos. También están las cinco filas del Panch Mahal, precursor arquitectónico del Sikandra, la que sería la tumba de Akbar.
La propia residencia del emperador tenía una fuente semienterrada en forma de cuatro pétalos, conocida como el Char Chaman. Un pasillo conducía al Khwabgah (literalmente ‘reino del sueño’) o apartamentos reales y la cámara del sultán.
En todos los edificios de Fathepur Sikri: la casa de Raia Nirbal, el Hawa Mahal o Palacio de los Vientos, las casas de Abdul Fazal y Faici observan una fuerte influencia hindú. Esta ciudad no deja de ser, en cierto aspecto, un experimento de lo que luego se obtendría en el Fuerte Rojo y en Sikandra. El arte de los antiguos maestros hindúes se deja notar por doquier, en los soportes en serpentina, en las figuras de pájaros y animales, mutiladas en muchos casos por iconoclastas, en los frescos que representan supuestas escenas de la mitología hindú, porque cubiertos por capas de escayola y pintados directamente en la piedra han perdido su nitidez de tal modo que facilitan amplio tema de discusión para los eruditos.
El Diwam-i-Khas o sala de audiencias privada fue el lugar donde Akbar escuchaba las discusiones sobre religión. Ya la forma de la habitación es un símbolo de su mente abierta, los cuatro sectores en que se divide indican las cuatro direcciones y las opiniones que puedan venir de los cuatro puntos cardinales, la única columna en que descansa la sala es la Suprema Verdad.
El mayor edificio de Fatehpur Sikri es la mezquita a la que se accede por dos puertas: el Shahi Darwaza o Entrada Real y el Buland Darwaza o Puerta de la Victoria, al este y al sur respectivamente. En su interior, un espacioso patio, empedrado y rodeado de claustros, en el que se encuentra el mausoleo de mármol blanco del santo Salim Christhi que es visitado por mujeres que vienen de toda la India para pedir a Dios que les conceda un hijo.
El Buland Darwaza es verdaderamente enorme, levantándose a una altura de 53 m. sobre su base y desde allí permite una vista panorámica de todo Fatehpur Sikri. A su izquierda hay una inscripción en persa: «La paz es un puente. Pasa sobre él, pero no hagas en él morada. Quien espera una hora puede esperar una eternidad. El mundo merece una hora, pásala con devoción. El resto no importa».
Susana Ávila