Cuba. Hoy repasamos una de sus ciudades más importantes, Patrimonio de la Humanidad, la ciudad Colonial de Trinidad, un verdadero museo en sí misma.

Ubicada en la región central del país y fundada en 1514 por los españoles, Trinidad es considerada una de las ciudades coloniales más bonitas de toda Cuba e incluso de Latinoamérica. Algunos dicen que les recuerda a Antigua, en Guatemala. Ésta y la capital del país son las ciudades más transitadas por los viajeros amantes de Cuba, siendo el Casco Antiguo de Trinidad Patrimonio Mundial por la UNESCO, reconocido internacionalmente como un maravilloso museo al aire libre. Su encanto, vistosidad y ambiente la convierten en una ciudad que se debe visitar sin ningún atisbo de duda. La ciudad fue la tercera villa establecida en el país durante el periodo de conquista liderado por Diego Velázquez de Cuéllar. Fue un lugar clave para la distribución del oro que se obtenía del país y que se llevaba posteriormente a España. Durante la etapa colonial la ciudad coexistió entre periodos de decadencia y bienestar y fue a partir del siglo XVII cuando esta y los alrededores comenzaron a explotar la actividad agrícola, esencialmente la industria azucarera. Uno de sus ingenios azucareros (haciendas de la época colonial) conocido como el Guáimaro, fue el mayor fabricante de azúcar del planeta en 1827. Durante la dictadura previa a la Revolución Cubana la región fue un lugar muy transitado por sus gobernantes, entre ellos Gerardo Machado, Mario García Menocal y Fulgencio Batista. Tras el hostil cese de Batista en 1959 se estableció en el poder la Revolución Cubana, que luchó contra los bandidos que se asentaron en Escambray hasta la derrota de estos últimos. Fue a partir de este momento cuando la profusión política e ideológica de la revolución se extendió a lo largo del país y no fue hasta 1988 que la UNESCO incluyó a Trinidad como parte del Patrimonio Mundial.

Ya en la ciudad se debe visitar la Plaza Mayor, ya que los edificios más representativos de esta se encuentran a su alrededor. Situada en el núcleo del centro histórico, la plaza se encuentra en un lugar privilegiado. Calles empedradas que guían hacía lo alto del pueblo, bonitos y cuidados jardines, fincas coloniales teñidas por cientos de colores, iglesias, restaurantes, tiendas de artesanía y mucho más. Una vez de noche, te aconsejamos que disfrutes de un buen mojito, busques un lugar cómodo como son las escaleras de la Casa de la Música y disfrutes del son cubano en un lugar tan encantador como este. Aquí también se encuentra la Iglesia Mayor de la Santísima Trinidad, construida durante el siglo XIX y cuya fachada neoclásica es lo más retratado de la ciudad. Si se sigue observando alrededor de la plaza, se verá el conocido Museo Histórico Municipal, una preciosa mansión delicadamente decorada repleta de objetos de uso cotidiano que se empleaban hace más de 2 siglos. Lo mejor de esta es subir a su azotea, desde donde se pueden disfrutar unas maravillosas vistas de toda Trinidad. Muy cerca de la Plaza Mayor se encuentra la Casa Templo de Santería Yemayá, poseedora de una fachada color azul con algunos elementos blancos. Goza de una enorme importancia histórica, cultural y arquitectónica, ya que su dualismo al ser una casa y templo religioso al mismo tiempo constituye un santuario que muestra los valores más auténticos y propios de la cultura afrocubana. La tradición oral afirma que en el patio del templo se encontraron elementos pertenecientes a un entierro afro aborigen, como son hachas petaloideas, piedras esferolitas y elementos procedentes de la pesca de inconmensurable belleza. Muy cerca se encuentra la Taberna la Canchánchara, situada sobre un edificio del siglo XVIII y famosa por el cóctel que le da nombre, la canchánchara. Es conocida como la versión cubana del famoso daiquirí, confeccionada a partir de miel, jugo de limón y ron y servida en tazas de terracota. La historia de este cóctel está muy ligada a la batalla por la independencia. Según cuenta la leyenda, aquellos que batallaron por obtener la libertad llevaban botellas de ron amarradas a las monturas para paliar la sed y el sufrimiento de los heridos. Es muy normal encontrar músicos locales que con el ánimo de impresionar a los viajeros bailan y cantan de forma improvisada.

A 15 minutos andando desde la taberna se encuentra la Casa del Alfarero “ChiChi” de la Familia Santander, símbolo en la ciudad por su conmovedora historia. En el año 1892 y en uno de los barrios de la periferia de Trinidad, un español instruyó en el arte de la alfarería a un joven llamado Rogelio Santander, el cual levantó un humilde taller desconociendo que lo que hizo se convertiría en una extraordinaria historia. En la actualidad, el lugar se conoce de tal forma ya que su vigente dueño, bisnieto del fundador del taller, se llama Daniel “Chichi” Santander. Las mismas técnicas en alfarería que los españoles heredaron de los musulmanes, se mantienen en este mismo taller que sigue utilizando arcillas locales y hornos que funcionan a partir de madera de marabú. Aquí se fabrican objetos famosos en la ciudad, como algunos acabados arquitectónicos que embellecen la Plaza Mayor de Trinidad. Por ejemplo, las tazas de terracota utilizadas en la Canchánchara se confeccionaron aquí. En el año 2007, la Familia Santander obtuvo el Premio Especial de la UNESCO a la Maestría Artesanal, un agradecimiento noble a varias generaciones de la familia. 

Daniel Bermejo 

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