Nuestro viaje a Tierra Santa se inicia el próximo diciembre. Oneira CLUB DE VIAJEROS viaja a Israel entre el 6 y el 13 de diciembre de 2022, aprovechando el Puente de la Inmaculada. 8 días que nos sumergirán en el territorio de la historia y el mito del origen del Cristianismo y la creación de Israel. Vamos a conocer en este post con algo más de profundidad las raíces del pueblo judío y el impacto de Gouda Meir en la creación del nuevo estado.
La historia del pueblo judío comenzó hace unos cuatro mil años con Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Algunas evidencias halladas en Mesopotamia (actual Irak), que se remontan a los 2000-1500 a.C., reafirman aspectos relacionados con su práctica de vida nómada, descrita en la Biblia. Fue en el libro de Génesis, el primer libro de la Torá y del Antiguo Testamento de la Biblia, donde se relata que Abraham fue llamado desde Ur, una antigua ciudad al sur de Mesopotamia, para desplazarse a Canaán y formar un nuevo pueblo con la creencia de un Dios monoteísta. Cuando el hambre golpeó Canaán, Jacob, sus doce hijos y sus familias se establecieron en Egipto, lugar en el que sus descendientes directos fueron subyugados, convirtiéndose en esclavos.
El libro del Éxodo narra la huida de los israelitas de Egipto tras más de 400 años de esclavitud. Este fue uno de los diferentes episodios narrados por el Antiguo Testamento en cuatro de sus cinco libros bíblicos: el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Durante esta huida bajo el liderazgo de Moisés, el elegido por Dios para liberar a su pueblo del yugo del faraón egipcio, se sellaría la famosa Alianza entre Yahveh y el pueblo semita, que juraría su absoluta fidelidad reconociéndolo como Dios único. Por tal alianza, Yahveh les otorgaría Canaán (la tierra prometida) no sin antes vagar durante 40 años por el desierto hasta su encuentro.
La historicidad de la huida de Egipto es un misterio por la falta de evidencias arqueológicas que lo corroboren, sin que por ello pierda fuerza como mito fundacional. En cualquier caso, es indudable el poderoso influyo que la narración ha tenido sobre la cultura y, de forma misteriosa, se puede considerar como una suerte de premonición de lo que le esperaría al pueblo judío en el futuro. Y es que, la persecución y la huida de los hijos de Israel fue una nota constante en toda la historia, dejando una marca imborrable en la memoria nacional del pueblo judío y pasando a ser el símbolo de la libertad y la redención. De hecho, cada año los judíos conmemoran Pésaj (Pascua), Shavuot (Pentecostés) y Sucot (la Fiesta de los Tabernáculos), con el fin de recordar aquellos eventos acaecidos miles de años atrás.
Durante los siguientes 200 años, los israelitas tomaron buena parte de la Tierra de Israel y se convirtieron en artesanos y campesinos, alcanzando un cierto grado de consolidación económica y social. No obstante, la organización tribal del pueblo de Israel constituyó una inevitable debilidad frente a la creciente amenazada proyectada por los filisteos, influyendo en la necesidad de un líder que pudiera hermanar a las diferentes tribus de la región. Así, el primer rey, Saúl (1020-1004 a.C.), lideró al pueblo de Israel durante la fase de organización tribal y constitución de una monarquía con plenos poderes, hasta la sucesión a David. David(1004-965 a.C.) convirtió al reino en una potencial regional, infringiendo importantes derrotas sobre los filisteos y constituyendo alianzas amistosas con los reinos vecinos. De esta forma, su autoridad fue aceptada desde las fronteras de Egipto y el Mar Rojo hasta alcanzar las riberas del Éufrates. De puertas hacia dentro, hermanó a las doce tribus de Israel en un solo reino, colocando a Jerusalén y a la monarquía en el centro de la vida del país.
Salomón (965-930 a.C.) sucedió a David y fortaleció todavía más al Reino de Israel a través de alianzas regionales, matrimonios concertados, expansión del comercio exterior y promoción de la prosperidad económica del país. Uno de los grandes aciertos de su reinado fue el levantamiento del primer Templo de Jerusalén, que se convertiría en el centro religioso. Sin embargo, su reinado se vio deteriorado al final de sus días a causa del descontento social que la población estaba viviendo por los importantes impuestos que debía pagar para costear los ambiciosos proyectos de Salomón. Además, el trato preferencial que la tribu del monarca recibía provocó un creciente antagonismo entre la monarquía y el resto de las tribus.
Tras el fallecimiento de Salomón, una sublevación provocó la separación de las diez tribus del norte y la división del país en dos reinos: el del norte, Israel, y el del sur, Judá, dirigido este último por las tribus de Judá y Benjamín. A esta última, hoy en día, se la identifica con el pueblo judío, localizándola tanto en Israel como en más de 80 países del planeta. Las otras 10 tribus restantes se encuentran disgregadas sin haber podido preservar sus raíces hebreas. El reino de Israel tenía su capital en Samaria, y perduró durante más de 200 años bajo el liderazgo de 19 reyes, mientras que el de Judá, con capital en Jerusalén, fue gobernado durante casi 400 años por 20 reyes. Fue el crecimiento de los imperios asirio y babilonio lo que provocó la conquista primero de Israel en el 722 a.C. por los asirios y posteriormente de Judá, cien años después, por los babilonios. De esta forma, la gran mayoría de sus habitantes fueron exiliados y tanto Jerusalén como el Templo fueron destruidos por el rey babilonio Nabucodonosor en el siglo VI a.C.
Sus constantes éxodos condujeron a una presencia desperdigada de judíos por cada rincón del globo que obtuvo el nombre de Diáspora y que hoy en día se nos hace presente en las juderías que podemos encontrar en casi cualquier ciudad del mundo en más de 100 países distintos. Con la excepción de Israel, los judíos siempre han coexistido como minorías, y esta diáspora permitió el florecimiento del judaísmo, ya que impuso la práctica del judaísmo activo entre sus creyentes. En su última fase, y tras el dramático genocidio llevado a cabo por la Alemania Nazi, muchos judíos fueron a Israel.
Una de las figuras más importante del nuevo Estado de Israel fue Golda Meir. “Una mujer luchadora y tenaz que trabajó durante toda su vida por la defensa de Israel”, así es como podemos definir a Golda Meir, primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra del estado de Israel en 1969. Meir, nacida en Kiev, pertenecía a una familia tradicionalista judía de origen humilde. Las dificultades económicas unido a la oleada antisemita que se estaba viviendo en Ucrania propició que la familia emigrase a Estados Unidos. Fruto de estas experiencias, Golda se adhirió al movimiento sionista cuyo objetivo era el establecimiento de un Estado propio para los judíos. A partir de ese momento, la carrera de Golda Meir dio un giro radical hacia el mundo de la política, ocupando diferentes cargos como el de secretaria general del partido Mapei en 1966, ministra de Trabajo y Seguridad Social o de Asuntos Exteriores. Finalmente, en 1969, fue elegida como primera ministra, puesto que ocupó hasta su dimisión en 1974 por la Guerra de Yom Kippur. Tras esto Golda se retiraría de la vida pública pasando el resto de sus años con su hija en el kibutz Revivim.
Daniel Bermejo
A. Bermejo Vesga
ONEIRA, un viaje a tus sueños
info@oneira.es
Síguenos en nuestras Redes Sociales:
Facebook: https://www.facebook.com/Oneiraviajes/
Twitter: https://twitter.com/OneiraViajes
Instagram: https://www.instagram.com/oneiraviajes/