El próximo mes de octubre hemos preparado para nuestros incondicionales de ONEIRA club de viajeros un fantástico recorrido por Croacia y Eslovenia. Dicho recorrido lo iniciaremos con una visita express a Venecia, la ciudad de los sueños,es decir, ¡onírica!

Venecia es un lugar que corta la respiración a cualquiera; produce una de esas apneas que sentimos cuando estamos ante algo maravilloso. En cierto modo, Venecia denota cierta tristeza pero maravilla el alma de quien la recorre al encontrar tanta belleza a su paso. Sobra con examinar sus palacios erigidos encima del agua,  contemplar el gondoliere remando por los canales de esta bella ciudad o salir de noche y celebrar como un auténtico donjuán disfrazado, si nos sentimos algo frikis. Aunque Venecia siempre ha sido mostrada por los intelectuales revestida de cierta decadente tristeza, como George Sand en “Cartas de un viajero” e “Historias de mi vida”, o John Ruskin en “Piedras de Venecia”. Henry James ambientó sus novelas llenas de pasiones maniacas en Venecia, como en “Los papeles de Aspern”. Desasosiega la expresión de belleza y muerte de Thomas Mann en su “Muerte en Venecia”.

Venecia es una agrupación de 120 islas conectadas a través de cientos de canales y puentes. Como todos sospechamos, el lugar ha sufrido multitud de crecidas y desbordamientos constantes a lo largo de su historia, a causa del fenómeno conocido como Acqua Alta. La ciudad se construyó hace más de 1500 años para protegerse de los ataques germanos y en sus inicios formó parte del Imperio Romano de Oriente (eje fundamental del comercio entre Occidente y Oriente) hasta su posterior independencia. Se convirtió en una potencia mercantil que comercializaba esclavos, sedas, metales, especias y madera con ciudades de Alejandría y Constantinopla. Su máximo apogeo se produjo al final de la Edad Media, elaborando su propia moneda y rigiendo buena parte del noreste italiano. Su declive comenzó con el descubrimiento de América y la progresiva influencia en la región de los otomanos. Hasta el año 1797 fue capital de la República de Venecia y con una población de 180 mil habitantes era de las ciudades más pobladas de toda Europa. Ya en el interior de la ciudad, destacamos el Gran Canal veneciano, junto a distinguidos palacios y elegantes iglesias que cercan esta increíble avenida fluvial de más de 4 kilómetros de largo. Desde Santa Maria della Salute se puede iniciar un recorrido fantástico por el canal subidos a una góndola. La Plaza de San Marcos, de imprescindible visita, está rodeada por la basílica, el Palacio Ducal, la Torre del Reloj y el Campanile. Merece la pena perderse por los pequeños callejones y descubrir cosas inesperadas. La basílica de San Giorgio Maggiore es titánica y singular, repleta de mosaicos, esculturas y pinturas. Aquellos que obtenían beneficios en sus negocios debían hacer regalos e intentar embellecer (más aún si cabe) el edificio. A pocos metros del muelle o sobre las barcazas, se sitúan los mercados de la ciudad. Algo que mucha gente hace en la ciudad es visitar sus preciosos puentes, como el de Rialto o el de la Academia, innegociable práctica para vivir una hermosa experiencia. Venecia, espléndida y tradicional, tiene decenas de cosas cautivadoras. Para concluir, hacemos mención de una cita de Sansovino, arquitecto y escultor renacentista italiano: “Algunos sustentan que la palabra VENETIA significa VENI ETIAM, o sea, regresa otra vez, y otra vez, porque por mucho que vengas, siempre verás nuevas cosas, y nuevas bellezas”.

Alberto Bermejo

Daniel Bermejo

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