«Porque allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. Para Fryderyk Chopin, de sus compatriotas».  Esta inscripción podréis encontrarla en la urna donde está depositado el corazón de Chopin y que se encuentra en la Iglesia de Santa Cruz, como fue su expreso deseo antes de morir. Y es que Varsovia es una ciudad repleta de tesoros, como comprobaremos en nuestro viaje a Polonia Oneira de julio 2020.   Varsovia ha sabido alzarse sobre sus ruinas y recobrar todo su esplendor. Palacios, museos, iglesias y parques encierran todo tipo de acontecimientos, buena parte de ellos desoladores, que no dejan indiferente al viajero. Y es que la resiliencia de la ciudad es incuestionable. A diferencia de otras regiones del país, la ciudad, en vez de consolidarse alrededor de la plaza del mercado viejo, se propaga por una extensa zona salpicada de variada arquitectura, que comprende desde construcciones góticas reparadas y edificios comunistas hasta bloques modernos. Este revoltijo es símbolo palpable del pasado agitado de la ciudad. Vamos a conocerla mejor, uno de los puntos fuertes de nuestro viaje.

Varsovia engloba un deslumbrante conjunto de barrios y emplazamientos emblemáticos. Sus extraordinarios museos descifran su compleja historia, desde la jocosa música de Chopin hasta el desastre del gueto judío. No obstante, no todo gira alrededor del pasado. La propuesta culinaria y de ocio de la capital de Polonia es la más destacada del país. La instauración oficial de la ciudad sucedió alrededor del año 1300 pese a que no existe constancia precisa de la fecha a causa de la desaparición del acta de fundación. Bajo el protectorado de los Duques de Mazovia se levantó la Catedral de San Juan y las murallas protectoras. A comienzos del siglo XV el pueblo judío comenzó a establecerse al norte de la población original. Esta ciudad recibió el nombre de Nowe Miasto, contando con su propia legislación y poder. En el 1413, la capital del ducado de Mazovia fue trasladada a Varsovia por orden de Janusz I. Tras la ocupación de la ciudad en 1526 por parte del rey Segismundo I, el ducado de Mazovia desapareció y la ciudad se incorporaría al Reino de Polonia. El cambio de gobernante produciría un enorme impulso económico y social que marcaría el traslado de la capital del Reino de Cracovia a Varsovia en 1596. Unos años antes de este acontecimiento, en 1573, la Confederación de Varsovia fijó la libertad religiosa en la República de las Dos Naciones, formada por Polonia y Lituania. Durante el siglo XVII la ciudad sufrió en exceso a causa de las epidemias, desastres naturales y guerras que castigaron a la población. Para colmo, los asedios de Transilvania, Suecia y Brandemburgo a mitad del siglo XVII fueron de especial crueldad. Tras la Gran Guerra del norte a principios del siglo XVIII los suecos sometieron Varsovia. Una vez que el rey Augusto II de Polonia abandonó la capital, el Parlamento Polaco acordó una alianza con Suecia para designar rey a Estanislao I Leszczynski. Durante este periodo se construyeron los edificios más emblemáticos de la ciudad, todos concentrados bajo el popular Eje Sajón. Tras la Guerra de Sucesión Polaca (1733-1738) se proclamó rey a Augusto III de Polonia. Con el apoyo de los rusos lograron expulsar al anterior monarca designado por Suecia. Su heredero fue Estanislao II Augusto Poniatowski, último soberano de Polonia como nación libre. A finales del siglo XVIII la República de las Dos Naciones estaba desmoronándose. Ante esto, Austria y Rusia realizaron la primera partición del país de manera conjunta. De este hecho surgió la primera Constitución del continente europeo, la segunda tras la llevada a cabo por los EE.UU. Tras dos particiones más, Polonia acabó incorporándose al Reino de Prusia y terminó perdiendo definitivamente su independencia. Napoleón expulsó a los rusos en 1806 y convirtió a Varsovia en la capital del recién formado Gran Ducado de Varsovia. Tras la desaparición del Imperio Francés en 1815, los rusos volvieron constituyendo el Zarato de Polonia, un estado dependiente del zar de Rusia que pervivió durante más de 100 años hasta el estallido de la IGM y la ocupación alemana. Una vez finalizó la guerra, el general y dictador polaco Józef Pilsudski instauró la Segunda República Polaca con capital en Varsovia. Tras otro intento ruso en 1920 para someter el país, los polacos acabaron expulsándolos en la Batalla de Varsovia, reconocida históricamente como el Milagro del Vístula. La IIGM se tradujo en una nueva ocupación alemana, la formación del Gueto de Varsovia a partir de 1940 donde los judíos fueron hacinados, su posterior genocidio y traslado al Campo de Exterminio de Treblinka y el asesinato definitivo de casi 800 mil varsovianos para el final de la guerra. Desde 1945 los rusos constituyeron la República Popular de Polonia, una nación socialista sometida a la Unión Soviética. Fueron estos mismos quienes reconstruyeron el casco histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde hace casi 40 años. Finalmente Polonia entró a la UE en 2004. 

En la ciudad lo más destacable es sin duda el Centro Histórico de Varsovia, levantado en el siglo XIII como ciudad amurallada y reconstruida tras la IIGM por parte de los soviéticos. Para conseguir un aspecto idéntico al anterior se necesitaron dibujos, planos y pinturas que gracias al enorme esfuerzo invertido el lugar es idéntico a cómo se encontraba en su máximo esplendor. De hecho y citando a la Unesco “la reconstrucción prácticamente total del Centro Histórico de Varsovia es un ejemplo único e inigualable del conjunto de un patrimonio arquitectónico histórico de los siglos XIII al XX”, por lo que fue declarado en 1980 Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Lo más interesante que se puede hacer es transitar a través de sus antiguas calles, dejándote asombrar por su arquitectura, sus colores y el tranquilo ritmo que se respira en el ambiente. Algunos viajeros comentan que parece como si hubiera estado ahí durante siglos. En el casco medieval y el centro histórico, una construcción que ha provocado mucha polémica es el Palacio de Cultura y Ciencia, todo un emblema de la capital y el más alto del país con más de 230 metros de altura. Tras la IIGM, el edificio fue obsequiado por la Unión Soviética pero la población lo entendió como una forma de exhibir la dominación de Stalin sobre el país, provocando la animadversión desde el principio. De hecho, ha recibido incontables apodos a lo largo de su historia, siendo el favorito de los varsovianos el siguiente: “El elefante con lencería de encaje”, haciendo referencia a su gran tamaño y a las exuberantes esculturas que embellecen los parapetos. No obstante, cuanto más tiempo pasa más aceptación goza la obra entre la población. Uno de los barrios más sorprendentes de la ciudad es el Barrio Praga, la zona más bohemia y alternativa de la capital. A través de los movimientos culturales y el arte urbano, lo que antes era un barrio inseguro ahora es uno de los lugares más deseados de la ciudad. Asimismo, al no haber sido destruido durante la Segunda Guerra Mundial, su arquitectura es especialmente asombrosa. En su interior se pueden visitar templos religiosos como la Catedral de San Florián y de San Miguel, el Museo del Barrio de Praga y los numerosos murales coloridos, otorgándole un carácter carismático a todos sus rincones. La Ruta Real es un afamado y reconocido paseo histórico en Varsovia (Polonia). Esta sigue el trayecto que realizaban los reyes del país desde su residencia oficial ubicada en la Plaza del Castillo (plac Zamkowy) hasta su vivienda veraniega en el Palacio Wilanow. En la Plaza del Castillo se encuentra el Castillo Real, allí donde residieron los soberanos polacos desde que oficializaron a Varsovia como capital del país entre el 1526 y 1795. El castillo está encabezado por la Columna de Segismundo III, símbolo de la ciudad con sus casi 25 metros de altura considerado el monumento no religioso más alto y antiguo de la capital. Rebosa de muebles de época y obras de arte. A destacar el Gran Apartamento y el espléndido Salón de Baile, recuperando su original versión de s. XVIII. El fresco en la techumbre, La disolución del caos, es una creación de Marcello Bacciarelli. El Salón Nacional fue ideado inicialmente como panteón, con lienzos que muestran escenas históricas de Polonia.  El Salón de Mármol es más pequeño y decorado al estilo del s. XVI; muestra 22 retratos de reyes polacos. El brillante Salón del Trono permite contemplar una admirable colección de 23 cuadros de Bernardo Belloto (1721-1780) más conocido como Canaletto. La Ruta Real se extiende a través de la calle Krakowskie Przedmiescie, una de las más bellas de Varsovia. Es una amplia avenida donde se sitúan algunos de los palacios e iglesias más atractivos de la capital. Además, el lugar actúa como centro cultural, ya que a través de este se pueden apreciar placas de cristal con réplicas de las obras trazadas por Canaletto. Junto a algunos bancos se puede disfrutar de la música de Chopin. Esta vía termina en la calle Nuevo Mundo (Nowy Swiat), junto al monumento dedicado a Copérnico. Desde el siglo XIX se establecieron aquí restaurantes, tiendas y teatros para que los varsovianos los disfruten. El Parque Real Lazienki es uno de los más grandes de Europa. En su interior se encuentra el Palacio de la Isla o Palacio sobre las Aguas, ubicado en una isla artificial en el centro de un lago que fue residencia veraniega del monarca Estanislao II. Es de estilo neoclásico y en la actualidad es el Centro Contemporáneo de Arte de Varsovia. La construcción alberga jardines con grutas y está enlazado con el parque que lo cerca a partir de 2 puentes con una columnata de orden jónico.

Bastante cerca se encuentra ubicado el Monumento de Frédérik Chopin, dedicado a su ciudadano más ilustre. La obra fue proyectada por el artista Józef Goslawski hace más de 60 años. Y está representado a los pies de un sauce llorón, el árbol emblemático de su tierra natal de Mazovia, que le servía de recuerdo e inspiración.  No olvidemos que Chopin es el gran maestro, el gran protagonista en esta ciudad. En Varsovia se mantiene la tradición de que cada domingo, entre mayo y septiembre, se escenifican los Conciertos bajo el sauce, con la música del genial Chopin, interpretada por destacados pianistas. Chopin es un símbolo de la cultura nacional y sigue siendo reconocido universalmente, como dijera de él Cyprian Kamil Norwid, «natural de Varsovia, polaco de corazón y por su talento, ciudadano del mundo»

Daniel Bermejo

Alberto Bermejo 

ONEIRA club de viajeros

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