Angkor Wat, Templos de Angkor. Este impresionante conjunto de templos de casi 300 km2 de extensión refleja todo el esplendor de un Imperio ya desaparecido: el Imperio Jemer o Khmer, que floreció bajo el reinado de Jayavarmán II entre el 800 y el 1.225 d.C. Es uno de los lugares más maravillosos de la Tierra, una de las grandes manifestaciones del espíritu humano. Como sabéis, muy pronto Oneira club de viajeros organiza el mejor viaje a Vietnam, el más completo, de los últimos años, teniendo en cuenta nuestros anteriores viajes de PERIPLOS. Aquellos viajeros que así lo deseen podrán descubrir en una extensión opcional Angkor Wat, al finalizar el programa principal de Vietnam. Hoy dedicamos nuestro blog Oneira a conocer algunos detalles sobre estos templos maravillosos y en especial su descubrimiento.

En 1860, un explorador y científico francés llamado Henri Mouhot viajó a través de la densa jungla de Camboya. Además de ser un viajero, Mouhot era un erudito naturalista. Trabajó para la Real Sociedad Geográfica de Gran Bretaña y para la Sociedad Zoológica de Londres. Estos colectivos le habían enviado al sudeste de Asia a explorar y recoger muestras de plantas locales. Esta región, cubierta de espesas selvas, rica en plantas y animales, incluía la actual Tailandia (antes conocida como Siam), Laos y Vietnam. En 1860 llegó a la pequeña nación de Camboya.

Mientras Mouhot viajaba por Camboya, durante una etapa repleta de calor y humedad, seguramente trastornada por sonidos de insectos y animales, alcanzó el sueño de todo explorador: el descubrimiento de un envidiable tesoro. Se especula que se encontró con esta riqueza persiguiendo a una mariposa. Ésta le mostró los restos de una gran ciudad. La mayoría de las construcciones yacían en ruinas, pero, un templo gigante todavía permanecía alto e imponente: Angkor Wat. Lo que su mirada observaba era de inconmensurables dimensiones y de una belleza misteriosa, por lo que podemos entender que lo consideraran un elegido.

El conjunto arquitectónico de Angkor, construido según las indicaciones de la mitología hindú y cuyo valor arqueológico es comparable al de construcciones egipcias, mayas e incas (Patrimonio de la humanidad desde 1992), consta de casi 300 km2 de longitud. Tiene cinco enormes torres de piedra que surgen de la jungla hacia el cielo, esconde más de 100 templos incomparables, cientos de esculturas e incontables bajo relieves entre otras muchas cosas. Además, Angkor fue la capital del reino de Camboya entre, aproximadamente, los siglos IX y XV, el apogeo del poderoso imperio jemer. Destacan los grupos de templos de Angkor Wat, Ta Phrom y Angkor Thom.

El templo de Angkor Vat fue construido para honrar al dios Visnú y es de proporciones grandiosas. Las cinco torres del templo presiden una serie de galerías escalonadas, la inferior de las cuales está decorada toda ella con bajorrelieves de tema épico-cortesano, que cubren unos dos kilómetros de muro.  Ta Phrom  es una exótica construcción que desapareció en la jungla. Su terreno fue literalmente invadido por los árboles que la rodeaban, quedando prácticamente oculto al mundo por la selva, lo que le da un aspecto casi fantasmagórico. Los árboles y las ruinas componen una atmósfera única que por decisión de las autoridades, se conserva del mismo modo en que fue encontrado. Angkor Thom  es la antigua ciudadela imperial de la dinastía Khmer, construida bajo el reinado de Jayavarman VII a finales del siglo XII. Alrededor hay un enorme foso de 100 metros de profundidad y 12 km. de longitud. Fue dedicada al dios Visnhu, aunque más tarde se dedicaría al tardío budismo. En el centro está el Templo Bayón. Conocido por sus torres, con la cara de Buda por los cuatro lados; las paredes estaban cubiertas de relieves mostrando escenas de la vida del rey y del pueblo. Hay una escultura del rey Jayavarman VII, que estés donde estés, parece que te persigue con la mirada.

La sociedad jemer fue en cierta manera una réplica perfecta del modelo indio. En ella se mezclaron las creencias del hinduismo, el budismo y el culto a los antepasados. Sus soberanos gozaron de una posición equiparable a la de los Dalai Lama en el Tibet, ya que aparte de soberanos absolutos eran dioses vivientes La administración del reino estaba confiada a una numerosa burocracia estatal. El régimen de castas o «varnas», al modo hindú, se pudo mantener gracias a la riqueza de sus campos, grandes productores de arroz, situados especialmente entre los deltas de los ríos Menam y Mekong, que permitían entre dos y tres cosechas anuales. Fue un Estado basado en la agricultura, aunque también tuvieron importancia las actividades marítimas y comerciales.

La fuerza que ejerce Angkor sobre los viajeros es estrictamente responsabilidad del vehemente Mouhot. Siendo meramente objetivos, él no lo descubrió, ya que los camboyanos la conocieron siempre, y, de hecho, en el siglo XVI, Angkor Wat se reconvirtió en un monasterio budista, aunque nunca podremos negar la influencia de este personaje tan importante en la historia arqueológica europea, el cual nos permitirá disfrutar de una de las mejores experiencias de nuestra vida en nuestro viaje de ONEIRA club de viajeros, en esta extensión a Camboya.

Fue el libro póstumo de Mouhot Voyage dans les royaumes de Siam, de Cambodge et de Laos, el primero en advertir al mundo occidental que lo que observaron allí, en Indochina, estaba a la altura de la escultura y la pintura de Miguel Ángel. Ya en el siglo XIX, un impresionado Guy de Portalès, dejó unas palabras para la posteridad: “Tengo ante mí, no sólo una capital vacía, sino 700 años sin memorias. Y el más atroz fenómeno de la muerte: el silencio”. Con este silencio el autor hacía honor a la decadencia política que pudo traer muerte a tal magnífica civilización. Su centro, la ciudad sagrada de Angkor, deja patente la belleza sin igual de un lugar que mezcla divinidad y humildad terrenal, algo mágico, algo eterno.

Pd. La ilustración superior muestra la entrada principal a Angkor Wat poco después de su redescubrimiento. Las plantas de la jungla se amontonan en la carretera principal y cubren muchas estatuas y pequeñas estructuras. La imagen apareció en un libro de 1873 sobre las exploraciones francesas en el sudeste de Asia.

Alberto Bermejo 

Daniel Bermejo

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