Las creencias vietnamitas se muestran como una amalgama de confucianismo, budismo y taoísmo, unido a un núcleo tradicional de creencias en los espíritus y dioses. Los altares en honor a los antepasados se encuentran en todas las casas; para el vietnamita, los muertos son una presencia activa que interactúan con los vivos. Anualmente, los vivos y los muertos celebran una comunión en un festín durante el Tet. Durante nuestro viaje a Vietnam Oneira conoceremos mucho mejor las inquietudes espirituales de los vietnamitas.
El Tet es la celebración del Año Nuevo lunar, la más popular entre los vietnamitas, que fagocita cualquier otra festividad en Vietnam. Esta palabra procede del “tiet”: el nudo de los segmentos de una caña de bambú, con una equivalencia a la noción de transición. La fiesta se mueve entre finales de enero y principios de febrero. Es una fiesta familiar, durante la que se come banh chung, un pastel de arroz pegajoso. Las familias llevan frutas y flores para ahuyentar los malos espíritus. A medianoche, en la víspera del Año Nuevo se elevan plegarias durante la ceremonia de Gia Thua, pidiendo a los antepasados la entrada a sus casas. El dios de la cocina informa al Emperador de Jade, señor supremo del taoísmo y la familia reza para recibir favores. Los mayores regalan a los niños algo de dinero y se suceden las visitas de familiares. El Tet acaba después del tercer día, cuando los antepasados vuelven al reino espiritual.
Pese a la tradición de sincretismo en este país, la mayoría de los vietnamitas, sin embargo, se reconocen a sí mismos como budistas. No obstante los chinos llevaron el confucianismo hacia en sur, en el s. II a. C.; el budismo llegó desde la India y China un siglo después y el taoísmo se filtró demandado por las élites. Los vietnamitas necesitan las tres creencias mencionadas, que ellos asumen como Tam Giao. Fue la secta Cao Dai, fundada en 1920 (y que visitaremos uno de sus templos en nuestro viaje a Vietnam Oneira de Semana Santa 2020) quien mejor sintetizó el Tam Giao integrando aspectos del catolicismo y otras religiones occidentales. En el Tam Giao no hay dogmas, escrituras, creencias o jerarquías.
El culto a Confucio o Confucianismo se realiza en los templos de la literatura (van mieu) sobre todo y preside las relaciones sociales. La ética de Confucio prescribe la jerarquía y la obediencia, buscando el orden social; la educación es más importante que las riquezas. El culto a los antepasados y a los espíritus es una forma de devoción. En cada casa, el altar familiar ocupa el lugar más sagrado, lleno de ofrendas. Este altar une a los antepasados y a la familia.
El budismo se ocupa de la salvación personal. La escuela más extendida es la Mahayana, “el gran vehículo”, con sus tres ramas: el Zen, la Tierra Pura y el Tantra. Sabemos que el budismo carece de dioses, sin embargo en los templos vietnamitas proliferan todo tipo de divinidades (guerreros, reyes, guardianes y otros bodhisattvas). Una trinidad de Budas (tam the) representan al Buda del pasado, del presente y del futuro.
El taoísmo es la creencia más mística del Tam Giao, con el Emperador de Jade como dios supremo. Su filosofía se concentra en la nada, la ausencia de ambición, deseo o placer sensual. Para ellos el mundo es ilusión. El ying y el yang simbolizan la armonía de las contradicciones. El taoísmo es magia y se fusiona perfectamente con las creencias vietnamitas más animistas.
Los espíritus y los genios tienen un papel fundamental para los vietnamitas. Ong Troi (Señor Cielo) domina el universo, y a menudo es invocado. Los espíritus viven en los árboles y en las piedras, y pueden ser malignos o benignos. Los devotos alimentan al espíritu con ofrendas simbólicas que representan dinero y bienes materiales. Los adivinos (thay) se ofrecen para celebrar rituales en las casas.
El cristianismo no tiene una representación importante en Vietnam, ni sus creencias han sabido encajar en la espiritualidad vietnamita. Los misioneros católicos no tuvieron mucha suerte en sus visitas a este país, los cuales siempre fueron considerados como una amenaza extranjera. Vietnam cuenta con seis millones de católicos (8% de la población).
Alberto Bermejo
ONEIRA club de viajeros
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