Seguimos viajando con el poder de la imaginación, en tanto no pisemos con nuestros pies tierras de Oriente. Ya sabéis, Oneira club de viajeros os tiene preparado un viaje a China muy especial, lleno de grandes experiencias. Viajaremos en Semana Santa de 2024,  14 días involvidables. Pekín será nuestro primer destino en la China más imperial, os cuento más pequeñas historias de lo que puede acontecer en la capital de China, lo que puedes ver allí mismo.

Pekín, la capital de China, fusiona la rica historia imperial con la modernidad vibrante. Sus majestuosos palacios, como la Ciudad Prohibida, narran siglos de legado, mientras que los rascacielos contemporáneos y la Gran Muralla cercana reflejan su evolución. Pekín es un fascinante crisol de tradición y progreso, donde los hutongs antiguos coexisten con la innovación urbana (te recomiendo que contrates un paseo en rickshaw por los Hutongs, una actividad memorable para descubrir Pekín), creando una experiencia única que abarca lo antiguo y lo nuevo. Por cierto, que de la Gran Muralla ya hablamos hace muy poco tiempo. Nuestra amiga viajera Nati se echaba las manos a la cabeza con mi comparación inocente entre la Gran Muralla y las Pirámides de Egipto, apostando por la primera… ¡pero es que todos sabemos que las Pirámides fueron construidas por extraterrestres con alta tecnología y sin embargo para construir la Gran Muralla el esfuerzo, sudor y sangre, fueron extraordinarios, para los chinos que la levantaron! jeje 🙂

Si visitas la Gran Muralla en tu viaje, muy cerca encontrarás las Tumbas Imperiales de las Dinastías Ming, otro gran monumento UNESCO. Aquí reposan 13 de los 16 emperadores Ming. Rodeadas de la serenidad de la naturaleza y fundiéndose armoniosamente con el entorno, estos mausoleos son un testimonio majestuoso de la rica historia imperial de China. Algunas de las tumbas están abiertas al público, pero no hay tiempo para verlas todas; haz una pequeña elección para hacerte una idea del conjunto. En cada una de ellas hay una puerta principal, que conduce a una serie de patios y a una sala principal. Tras la Torre del Alma se levantan túmulos. El camino de 7 km que conduce a las tumbas es la Vía del Espíritu.  Tras un arco de triunfo encontramos la Gran Puerta del Palacio. Estas necrópolis siguen el modelo de la arquitectura funeraria confuciana imperial china.

El Palacio de Verano (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 2000), una visita obligada en Beijing. Un lugar de recreo para los emperadores, que en verano escapaban del calor sofocante de la antigua ciudad imperial. Sito a orillas del lago Kunming en Pekín, representa una maravilla de la arquitectura imperial que despliega su gracia sobre más de 700 acres de exuberantes jardines y aguas tranquilas. Construido en el s. XVIII, destaca por sus pabellones ornados, puentes arqueados y pasarelas que serpentean por el lago. El Salón de la Virtud y la Armonía ocupa tres pisos, con un techo de cerámica vidriada; desde sus ventanas se contempla un paisaje de postal, con los picos de las colinas lejanas y la serenidad del lago reflejando un cielo eternamente azul; aquí la emperatriz Ci Xi se entretenía con las representaciones de la compañía de ópera de la corte. El Paseo de la Longevidad es un sendero arbolado bordeado por corredores. El Barco de Mármol, una joya flotante, ancla la vista con su elegancia intemporal; tallado de mármol blanco, el barco es una maravilla de la artesanía que parece navegar sobre las aguas del lago Kunming. El Jardín del Gusto Armonioso era el preferido de Ci Xi para ir a pescar. Caminar por el Palacio de Verano es como entrar en un poema, donde la naturaleza y la creatividad humana se funden en una danza eterna.

Por la noche, no dejes de probar una cena a base de «Pato Laqueado». Es un un típico plato pequinés antiguamente reservado únicamente para el emperador. Uno de esos privilegios de reyes, que el pueblo apenas cataba. Pero está riquísimo; y nada mejor que probarlo en su lugar de origen.

No dejes de adentrarte en el corazón palpitante de Pekín, donde emerge la majestuosa Plaza de Tian’anmen, una expansión de cemento que abraza la modernidad de la ciudad. Construida en 1949 tras la proclamación de la República Popular de China, sus dimensiones colosales de 880 metros de largo por 500 metros de ancho la elevan al podio como la plaza más grande del mundo. Esta obra megalómana, concebida por Mao, se erige como una sinfonía de poder absoluto, con su retrato como testigo silencioso del devenir de la historia. En 1989, el arrojo de los ciudadanos transformó esta plaza en un símbolo de lucha, marcando un hito trascendental en la historia del país. Al norte de la plaza, la Puerta de Tian’anmen, conocida como «La Puerta de la Paz Celestial», desvela el momento trascendental en el que Mao proclamó la fundación de la República Popular de China el 1 de octubre de 1949. Al sur, la Torre Qianmen (o Zhengyangmen), majestuosa y regia, se erige como centinela del pasado glorioso de la nación china. A los flancos este y oeste de la plaza, el Museo Nacional de China y el Gran Palacio del Pueblo, vestigios de la grandeza china, demuestran la riqueza cultural y política que habita en cada rincón. En el epicentro de esta grandiosidad, el Monumento a los Héroes del Pueblo se alza, un obelisco de granito que abraza el cielo, con 37.94 metros de altura y 17,000 bloques de mármol en su construcción. Sus bajorrelieves narran con los episodios más emblemáticos de la historia revolucionaria de China, honrando a los líderes que forjaron el destino de una nación.

El Palacio Imperial (o Ciudad Prohibida) (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1987), es el complejo arquitectónico más majestuoso de China, cuya planta es una representación del espacio celeste, compuesto por 800 palacios, santuarios y pabellones, totalizando 9,000 habitaciones. Si Pekín fue considerado el centro del mundo, la morada del Emperador, el Hijo del Cielo, es el ombligo mismo de este centro, el punto de unión entre cielo y tierra, y en torno al cual giraban los astros en el universo. Se levantó entre los años 1404 y 1421.  Fue la sede del poder imperial durante casi 500 años, albergando a 24 emperadores de las dinastías Ming y Qing.  Fue sede del poder y recinto sagrado desde la cual se gobernó con puño firme hasta 1911. Esta ciudad dentro de la ciudad, en sus 70 hectáreas, alojaba cortesanos, dignatarios, eunucos y concubinas. La película «El Último Emperador» de Bertolucci, retrata la caída de la dinastía Qing y el fin del imperio en 1911. Puyi, el último emperador, abdica y la Ciudad Prohibida es transformada en un museo accesible al público. Es un simbolismo poderoso de la transición de un régimen imperial a una China moderna y republicana.

El Templo del Cielo (DECLARADO PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO EN 1998) se encuentra en el corazón de la capital china, una joya de la espiritualidad y la arquitectura que te dejará sin aliento. Fue levantado durante la dinastía Ming en el s. XV, testimonio de la conexión entre lo humano y lo divino que encontramos en la cultura china. Este Templo del Cielo se eleva majestuosa y suntuosamente sobre un vasto complejo de jardines meticulosamente diseñados, oasis de paz y diseño confuciano, simbolizando la antigua creencia de la intrínseca unión entre cielo y tierra. Aquí, los emperadores de la dinastía Ming y Qing  (“Hijos del Cielo”) ejercieron de intermediarios espirituales entre el pueblo y los dioses. Desde el Salón de Oración por las Buenas Cosechas, del año 1420,  con su techo abovedado que evoca el firmamento, hasta el altar circular donde los emperadores realizaban rituales sagrados, cada estructura cuenta una historia de espiritualidad y respeto por la naturaleza. La octogonal Bóveda Imperial del Cielo contenía antiguamente las tablillas del los antepasados del emperador.  Desde los extremos del Muro del Eco, prúebalo, débiles sonidos se escuchan perfectamente. El Altar Circular está realizado con mármol blanco alrededor del simbolismo del número 9. En el Pabellón de la Matanza de Animales se ofrecían sacrificios de todo tipo de mamíferos Cerca, en un Corredor Largo, los ciudadanos de Pekín juegan, escuchan la radio, tocan instrumentos, danzan, etc. El conjunto cuenta con otras dependencias de interés. El Parque está rodeado por un largo muro, con una puerta en cada punto cardinal. 

Bueno, podríamos hablar mucho más de experiencias a disfrutar en Pekín, pero quizás es tiempo de que seas tú mismo quien las descubras, ¿nos acompañas de viaje el año próximo a China? No quedan muchas plazas para completar grupo…. ¡Nos vemos en los viajes!

Alberto  Bermejo 

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