Conectando con nuestra propuesta de viaje a Cora del Sur que estamos preparando para octubre de 2020, me apetece señalar estos días la importancia de uno de los elementos culturales en los que Corea destaca de forma importante, y no es otro que el cine. En Corea se hace muy buen cine, aunque llega a cuentagotas a nuestras salas. Estas semanas cobra especial protagonismo, por estar en cartelera, la película Parásitos de Bong Joon-ho, Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año y cabe mencionar que durante la próxima semana, del 5 al 10 de noviembre, se celebra en Madrid la XII Edición del Festival de Cine Coreano. Vamos a conocer un poco mejor Corea desde la perspectiva de su cinematografía.
Ayer sábado me refugié en una de mis salas favoritas para visionar Parásitos, la peli de Bong Joon-ho, aclamada en Cannes. Una peli a lo “Alex de la Iglesia” pero en coreano. Los críticos la elevan a la categoría de obra maestra, por sus grandes valores cinematográficos, y por su condición de metáfora social de nuestro tiempo. Me resultó muy inquietante pero he de decir que a mí no me enganchó extraordinariamente, aunque no deja de ser una valoración subjetiva.
El cine coreano está de moda. Cuenta con producciones muy destacadas que han conseguido premios internacionales en certámenes de importancia. No es un cine plomizo y pedante, sino que es en cierto sentido bastante comercial y con una puesta en escena narrativa muy convincente. Para conocer algo más sobre la cinematografía de Corea del Sur, hay una serie de películas clave que hay que tener muy presentes, como Oldboy de 2003, una historia de venganza de Park Chan Wook y que ganó en Sitges en 2004, violenta como pocas. Bong Joon-ho, el autor de Parásitos, hizo incursiones en todos los géneros, pero su obra más aclamada es Crónica de un asesino en serie, un thriller de intriga y brutalidad de los que dejan poso. Park Chan Wook bordó la excelencia (eso dicen, ya que ésta película no la he visto aún) en el thriller erótico “La doncella”, con una perturbadora exhibición de poderío visual ambientado en la Corea de 1930 durante la ocupación japonesa, con una puesta en escena muy hipnótica. El romance y el drama también ha sido cultivado en el cine coreano, cuya mejor propuesta es Hierro 3 de 2004, de Kim Ki-Duk. Otra cinta de éxito fue Tren a Busán de Yeon Sang-ho una película de zombies de 2016, todo un Apocalipsis ferroviario.
El cine de Corea ha vivido etapas muy convulsas en su desarrollo. Sus primeros trabajos están ligados estrechamente con el folklore de esta región del mundo; se potenció por las restricciones impuestas por el gobierno colonial de Japón, que siempre se mostró en contra de fomentar el desarrollo de la identidad coreana. Tras el final de la ocupación y finalizada la Guerra de Corea, la industria floreció, resurgiendo la “Edad de Oro” de su cinematografía entre los años 1955 y 1966. Los años 70 se consideran un período de declive, debido a la censura. Pero son los finales de los 90 y el cambio de milenio cuando el cine coreano alcanza sus más altas cotas, con éxitos internacionales en festivales y una gran creatividad. La cara visible del cine contemporáneo de Corea del Sur para los grandes aficionados no es otro que Park Chan-Wook, del que ya hemos mencionado un par de películas. Obtuvo reconocimiento internacional con su Trilogía de la Venganza.
Si queréis conocer más sobre el cine coreano de nuestro tiempo, os invito a acudir a la XII edición del Festival de cine coreano que se celebra en el Centro Cultural Coreano de Madrid entre el 5 y el 10 de noviembre de 2019, con nueve emblemáticas cintas de Corea del Sur que se proyectarán en el Palacio de la Prensa y en dicho centro cultural. A destacar el drama En la playa sola de noche, de Hong Sang-soo, en la que una famosa actriz lo abandona todo y viaja a Hamburgo; el thriller Door Lock, de Lee Kwon, con una mujer que descubre a un intruso en casa; o The Host, de Bong Joon-hoo, sobre un monstruo que siembra el terror en Seoul.
¿Os gusta el cine coreano, viajeros?
Alberto Bermejo
ONEIRA club de viajeros
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