Ático de los libros nos presenta un título fascinante en su fondo editorial, publicado el 2 de octubre de 2019: Viajeros en el Tercer Reich. El auge del fascismo contado por los viajeros que recorrieron la Alemania nazi, de Julia Boyd (1948). Me ha llamado profundamente la atención este ensayo. Años antes de que se desencadenara la Segunda Guerra Mundial en Alemania el régimen de Adolf Hitler ya ofrecía pistas sobre lo que sucedería años después. Los extranjeros que visitaban como turistas el Tercer Reich realizaron sus propios relatos de primera mano sobre lo que descubrieron en la Alemania de entreguerras, con el nacionalsocialismo copando todo el poder. La autora ha recopilado y resumido las experiencias de estos pretéritos e intrépidos turistas.

El libro recoge misivas, memorias y diarios redactados por los viajeros de aquel entonces, en su mayoría diplomáticos, políticos, universitarios, trabajadores sociales, hombres de negocios, escritores y extranjeros desposados con alemanes. Entre ellos, Charles Lindbergh, Virginia Woolf, Samuel Beckett, W.E.B. Du Bois, Ji Xianling y tantos otros. Se sabe que hacia 1937 el número de norteamericanos que viajaron por la Alemania nacionalsocialista fue de medio millón al año. Estos relatos son excepcionales, pues resume de forma objetiva la historia y vivencias perturbadoras, absurdas, triviales y conmovedoras de cientos de testigos oculares en los años veinte y treinta del siglo pasado, que se toparon con las complejidades del Tercer Reich y sus contradicciones.

Sin embargo, no siempre se puede ser objetivo; todos sabemos que la ideología y la política nos concierne desde la cuna y nos coloca unos anteojos (yo diría anteojeras) característicos cuando analizamos el mundo. Entre las conclusiones de Boyd afirma que pocos viajeros cambiaban de impresión tras su viaje. Dice la autora que los “de derechas se encontraron con un pueblo confiado y trabajador que trataba de sobrellevar las injusticias del Tratado de Versalles y, al mismo tiempo, intentaba proteger al resto de Europa de los bolcheviques”, encontrando a Hitler como “un hombre modesto, totalmente sincero y entregado a la causa de la paz”. Los de izquierdas, por su parte, “hablaban de un régimen cruel y opresivo alimentado por políticas obscenamente racistas que utilizaban la tortura y la persecución para aterrorizar a sus ciudadanos”.  ¿Acaso estos individuos hicieron el mismo viaje a Alemania?, pues sí que lo hicieron.

Los turistas más antisemitas disculpaban el trato que recibían los judíos en su país o bien lo consideraban un tema interno evitando inmiscuirse, o directamente sugerían que los judíos merecían lo que les pasaba. Thomas Wolfe fue muy duro con el régimen nazi tras una visita que realizó a Alemania, siendo testigo de algunas conductas abusivas hacia judíos, escribiendo su libro Tengo algo que deciros (Caralt 1989) provocando la prohibición de sus obras en Alemania a partir de su publicación original.

Los nazis se esmeraban en que los viajeros, especialmente americanos e ingleses, fueran atendidos con respeto y cordialidad en su país. La autora también muestra como el antisemitismo estaba más extendido de lo que pensamos en países que luego pelearían contra Alemania. Un ejemplo el de John Maynard Keynes, que tras un viaje a Berlín indicó: “Si viviera aquí, siento que quizás me convertiría en un antisemita, pues el pobre prusiano es demasiado lento y torpe para el resto de los judíos…

Julia Boyd, la autora de este excelente trabajo fue responsable del Winston Churchill Memorial Trust, además de una investigadora de gran nivel que ha revisado incesantemente archivos de todo el mundo para buscar documentación original para sus libros. Es esposa de diplomático y vivió en Alemania desde 1977 hasta 1981. Actualmente vive en Londres y es autora de tres libros de historia.

Tenéis información y documentación adicional sobre este libro en la revista EL CULTURAL publicada este fin de semana 23-24 noviembre 2019.

Alberto Bermejo 

ONEIRA club de viajeros

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