Viaje a Japón en Tres Artes: Ikebana, Kabuki y Te

Explorar Japón es sumergirse en un mundo donde el arte y la tradición se encuentran en cada rincón, desde el delicado equilibrio del Ikebana, que nos enseña a apreciar la belleza efímera de la naturaleza, hasta el vibrante espectáculo del Kabuki, que con sus colores intensos y narraciones dramáticas transporta a los espectadores a épocas pasadas. Todo culmina en la serenidad de la ceremonia del té, un ritual que invita a la introspección y al disfrute consciente del presente. Únete a nosotros en este viaje grupal para descubrir la esencia de Japón a través de sus expresiones culturales más refinadas. ¡Nosotros, ONEIRA club de viajeros, visitamos Japón en dos grupos en noviembre/diciembre 2024! ¿Te unes a la aventura? Sigue leyendo para conocer más estas Tres Artes refinadas de Japón.

El ikebana, también conocido como el arte japonés del arreglo floral, podría parecer una mera disciplina del diseño de interiores que comprende las diferentes disposiciones de flores en un jarrón. Sin embargo, esta tradición, de raíces budistas, es una forma sofisticada de arte que combina principios transversales que implican tanto la naturaleza, como la estética y la espiritualidad.

A diferencia de los arreglos occidentales, centrados en la abundancia y el colorido, la estética del ikebana pone un énfasis especial en el uso del espacio vacío, la asimetría y la simplicidad. Curiosamente, estos principios estéticos no son sino un reflejo de unos valores más importantes que vemos reflejados en otras tradiciones japonesas, como la ceremonia del té, el tiro con arco, o, en especial, el budismo zen. Tampoco es casualidad que el proceso de crear un arreglo floral en el ikebana se contemple como la invitación a una práctica meditativa, a adoptar un espíritu de recogimiento en silencio, la oportunidad de enfocarse en el momento presente buscando una conexión con la naturaleza y la transitoriedad de la vida. Naturaleza, recogimiento, conciencia… En definitiva, ikebana es el arte de convertir algo cotidiano en un acto contemplativo de enorme belleza.

El kabuki es una forma de teatro tradicional japonés que combina drama, danza, música y un estilo visual muy distintivo. Habitualmente se contrapone al Noh, otro tipo de teatro nacido para la clase alta, más austero y ceremonioso.  Desarrollado durante el periodo Edo, su raíz data de las danzas y el teatro ligero representado en Kioto. Uno de los significados de la palabra kabuki es el de “escandaloso”, lo que revela el carácter sensual y casi iconoclasta tan propio de las formas artísticas populares de otras culturas. No en vano, las actrices que participaban en este tipo de teatro popular compaginaban sus actuaciones con la prostitución, lo que llevó al gobierno a prohibir en 1629 que las mujeres apareciesen en los escenarios, lo que a su vez provocó a que todos los papeles, incluidos los femeninos, fueran representados por hombres, conocidos como “onnagata”, una de las características más famosas de este teatro.

A diferencia de otros tipos de teatro tradicional, el kabuki goza de muy buena salud y ha sabido ha mantener su relevancia, siendo habitual sus representaciones en teatros de todo el país, atrayendo tanto a locales como a turistas en busca de ver representado una de las formas más fascinantes del arte tradicional japonés.

De todas las maravillosas extrañezas que ha dado lugar la cultura japonesa, posiblemente la ceremonia del té refleje mejor que cualquier otra ese espíritu tan creativo que tiene el país del lejano oriente. Un acto que en occidente es tan anodino y banal como la preparación de unas tazas de té, en la tradición japonesa se ha convertido en todo un símbolo de su cultura. De su práctica deriva una suerte de filosofía llamada Chadô, que puede traducirse como el camino del té o teísmo y que da cuenta de que esto no es una mera práctica, sino que aguarda mucho más.

Pero entonces, ¿qué es a ceremonia japonesa del té? Pues ni más ni menos que servir el té verde matcha de una forma protocolar; una forma muy estricta y rigurosa que con el paso de los siglos ha alcanzado una profundidad sin igual. Aunque es importante no confundir esta profundidad con un barroquismo artificial, puesto que lo que se busca precisamente es todo lo contrario, la mayor economía posible de movimientos. Pero entonces, ¿qué hay de profundo en servir té de una forma tan específica y meticulosa? Es en este punto donde encontramos el verdadero propósito del “Camino del té” y que emparenta directamente con la espiritualidad del zen y los valores más importantes de la cultura japonesa. Durante cada pequeño acto que compone la ceremonia lo que se busca es que los participantes pongan toda su conciencia en la sencilla acción de preparar la taza, en una suerte de extensión de la meditación a otros actos de la vida, en este caso en la preparación del té. En suma, lo que subyace a esta tradición es una estética de la sencillez y la simplicidad y una filosofía del aquí y del ahora, que ha logrado alcanzar la transformación de una mera tarea en una ceremonia de gran belleza.

A.  Bermejo Vesga

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