Si hay una novela que he disfrutado leyéndola y releyéndola desde hace años es el clásico de 1945 escrito por el escritor finés Mika Waltari, “Sinuhé, el egipcio”. Se desarrolla en el Antiguo Egipto, durante el reinado de Akenatón, que como habéis podido leer en otro artículo de mi blog Oneira fue el primer gobernante monoteísta. La novela es muy recomendable si queréis conocer las costumbres y algunos detalles sobre la civilización de la época. El protagonista de esta historia es Sinuhé, el médico real, cuya historia es contada tras la muerte del faraón. Fue llevada a la gran pantalla en 1954 con Jean Simmons y Victor Mature como protagonistas de un film exquisito dirigido por Michael Curtiz. El autor de la novela, Waltari, estuvo muy interesado en la historia de Akenatón, acertando en mostrar en la novela los sentimientos de desilusión y desaliento propios de la época de posguerra en la que se editó.
Aunque en este post no vamos a hablar de esta novela, ni de la propuesta cinematográfica. Sino de la probable historia real de Sinuhé. Pocos conocen que Mika Waltari se basó en un texto egipcio real escrito a finales del Reino Medio, titulado “Las aventuras de Sinuhé”. El Papiro de Berlín 3022 es el que conserva la copia más completa de la Historia de Sinuhé. El faraón que reinaba entonces era Amenenmhat I, primer faraón de la XII dinastía, que le tocó vivir un tiempo convulso en una corte repleta de contrapuestos intereses políticos. Por una conjura palaciega el monarca murió de manos de miembros de su guardia personal, que en cualquier caso defendió su vida luchando aunque como indica en sus escritos “Las enseñanzas de Amenemhat I” nadie es valiente por la noche. El funeral debería prepararlo el hijo del soberano, Senuseret, quien se encontraba guerreando en Libia. El Sinuhé histórico era un destacado funcionario del harén y conoció tarde la conjura que se precipitó sobre el monarca, lo cual podría acarrearle la muerte o un duro castigo por no haber informado a tiempo. Sinuhé decidió huir de forma apresurada del campamento.
Cuenta el relato que Sinuhé se dirigió al sur, a la zona de Dashur donde se yerguen las pirámides de Esnefru: la Romboidal y la Roja. De allí cruzó el Nilo dirigiéndose a las canteras de Tura y después a la frontera del Delta occidental, aventurándose al desierto terrible del Sinaí. Deshidratado y fatigado casi pierde la vida y fue atendido por un grupo de nómadas del desierto, que lo reconocieron como un personaje principal. Convivió con ellos durante medio año hasta ser acogido por el rey de Retenu (Siria-Palestina), Amunensh, quien lo llevó a su corte, valorando su capacidad artística e intelectual. Este soberano interrogó a Sinuhé, queriendo conocer las verdaderas razones de su huida. Sinuhé, como buen egipcio le exaltó las extraordinarias capacidades del nuevo soberano Senuseret I. Amunensh quedó satisfecho con la historia y finalmente apadrinó a Sinuhé convirtiéndolo en uno de los suyos, casándolo con una de sus hijas y otorgándole tierras y riqueza. Nuestro protagonista se implicó en mantener la paz en la región, convirtiéndose incluso en uno de los oficiales más importantes del ejército de Amunensh. Cuenta el relato que las envidias en el entorno de Sinuhé derivaron en ser retado en combate singular por un guerrero de Retenu. Sinuhé venció en una lucha cuerpo a cuerpo. Sintiendo que con este último lance había cumplido su misión pidió a los dioses volver a Egipto para pasar sus últimos años de vida. El faraón Senuseret I le escribió: “No morirás en tierra extranjera, los asiáticos no te meterán en tu tumba, no serás colocado en una piel de morueco y no se hará tu túmulo. Durante mucho tiempo has recorrido la tierra, piensa en la enfermedad y vuelve a Egipto”. Fue recibido con honores en su tierra y como él dice: “Se hicieron desaparecer los años de mi cuerpo, siendo yo depilado y mis cabellos peinados. Así fue abandonada la suciedad del desierto…”.
Algunos egiptólogos han llegado a sugerir que Sinuhé fue realmente un espía, un “topo” de la inteligencia egipcia, destinado a mantener informado al monarca de lo que se cocía en Siria-Palestina. Nunca conoceremos la verdad; sí sabremos en cualquier caso que Sinuhé tuvo la fortuna de poder aguardar por muchos años el momento de ir a reunirse con su ka, en su querido Egipto.
Alberto Bermejo
ONEIRA club de viajeros
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