Mientras no nos permita el cautiverio viajar por nuestros destinos preferidos, continuaremos recorriendo lugares con el poder de nuestra imaginación.  Al sur de Polonia, en la región de Podhale, se ubica Zakopane, meca del montañismo polaco. Esta villa alpina se encuentra a 107 km de Cracovia y a una altura de entre 750 y 1100 metros sobre el nivel del mar, siendo considerada la ciudad más alta del país. Algunos la conocen como la alta montaña más pequeña del mundo ya que Polonia es esencialmente plana. Distinguida como la capital del invierno en Polonia por sus increíbles estaciones para esquiar (hay más de 20), es de visita obligatoria también en verano por las bellas y cautivadoras tradiciones polacas que aquí se observan, por sus construcciones de madera, por su rica gastronomía y por la naturaleza en estado puro del Parque Nacional de los Tatras. Estos montes son parte de la Cordillera de los Cárpatos y muestran un paisaje hechizante formado por verdes praderas, montes boscosos, lagos y montañas donde la preservación de la cultura y la música folclórica no hacen más que incrementar lo atractivo del lugar. En nuestro viaje previsto para julio de 2020  no hay programada ninguna actividad senderista, pero aconsejamos que en una segunda visita a Polonia prepares una buena caminata en este entorno. Los Tatras ofrecen 300 km. de senderos variados, un enclave ideal para los amantes de las caminatas de montaña. Todos los senderos están señalizados; el más popular es la del Parque Nacional de los Tatras. Si solo deseas dar un corto paseo, al sur de Zakopane hay valles pintorescos repletos de bosques, siendo el más atractivo Dolina Strazyska.  El techo de los Tatras el el monte Giewont (1894 m). La acampada está prohibida en el parque, pero puedes alojarte en albergues de montaña. 

La gran mayoría casas de Zakopane están construidas a partir de madera y poseen techos inclinados. El origen de este estilo tradicional radica en paredes levantadas con troncos de árboles situados paralelos al suelo, junto con rasgos del modernismo austriaco que describen sin lugar a duda el único estilo arquitectónico 100% polaco. El responsable de la apasionante afición por construir todo con madera fue el arquitecto Stanislaw Witkiewicz. La primera casa de madera que se levantó en la zona, Villa Koliba, alberga actualmente el Museo del Estilo Zakopane. Estas únicas casas de montaña polacas se levantaron a finales del siglo XIX y principios del XX. La mayoría de ellas albergan museos, hoteles, pensiones, o han quedado bajo control de propietarios privados.  Aparte de por la increíble estampa visual que se genera al ver semejante naturaleza poética, grandes pintores, poetas, escritores y compositores decidieron alojarse aquí en numerosas ocasiones por la curiosidad creada en el siglo XX con el atractivo estilo en madera.

Es bastante común realizar el Descenso en balsas del río Dunajec, un descenso plácido y apasionado entre colinas envueltas por frondosa vegetación, cercados por la delicada sensación de naturaleza y un silencio cautivador. El río erosiona un hermoso cañón que hace frontera natural entre Eslovaquia y Polonia. Ya en la ciudad es imprescindible visitar la Iglesia de la Sagrada Familia, uno de las pocas construcciones de piedra de la villa alpina. El templo presenta unos preciosos motivos decorativos y la bancada es de madera. Sus vidrieras representan las estaciones del via crucis. El Antiguo Cementerio Peksowy Brzyzek es un panteón donde descansan decenas de personas prestigiosas de Polonia como escaladores, políticos, escritores, artistas, arquitectos y en general gente local de todas partes del país. En su momento era el lugar de descanso eterno de la gente local de la región, pero desde que comenzó a adquirir popularidad y renombre muchos polacos decidieron terminar aquí. Cuando Polonia fue ocupada por potencias extranjeras estas montañas generaban una sensación de aislamiento que mantenía un fuerte sentimiento patriótico. De hecho, aquí se reunieron políticos polacos para planificar la independencia de la nación y para alcanzar la definitiva libertad. La piedra y la madera característica en los monumentos fúnebres junto al verde del césped y de los árboles se fusionan al cielo dominante envuelto por nubes que le dan un toque filmográfico al cementerio. En definitiva, este cementerio es al mismo tiempo una colección de arte funerario polaco. Desde lápidas de madera envueltas por diminutos edificios al estilo Zakopane hasta curiosas losas como la de un músico junto a un violonchelo de piedra o una roca enorme junto a la tumba de un escalador. La calle más importante de la villa es Krupówki, una calle peatonal y agitada, con farolas típicas inclinadas y numerosos pequeños comercios del famoso queso oscypek junto a tiendas, restaurantes y hoteles. Un lugar para los amantes de la montaña y la naturaleza que deja absorto a todo el que lo visita. 

Daniel Bermejo

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