En nuestro inminente viaje a Nápoles y Costa Amalfitana acompañados de buenos amigos viajeros, vamos a tener ocasión de contemplar una de las grandes obras maestras de la escultura italiana: el Cristo velado, recostado delicadamente sobre un túmulo funerario, esculpido en  1.753. Se trata de una escultura a tamaño natural increíblemente bella, una joya arquitectónica del Arte mundial, que muestra a un Cristo yacente, pero cubierto de un velo finísimo, un sudario que se muestra casi transparente. La rigidez de la figura se rompe con un rostro grácil que vira a la derecha. Está cincelado en mármol, en un único bloque de piedra, como así ha quedado atestiguado por los investigadores. Es obra del artista napolitano Giuseppe Sanmartino un fructífero creador, considerado una de las personalidades artísticas italianas. La obra se conserva en la Capilla Sansevero, en Nápoles, junto al palacio de Sangro y tendremos  ocasión de admirarla durante nuestro recorrido por la capital.

Fascinante es una leyenda sobre el noble Raimondo Di Sangro, Séptimo príncipe de Sansevero y supuesto alquimista, masón (de la logia masónica los Vengadores de Hiram) e inventor.  Giangiuseppe Origlia cuenta que Raimondo intentó la resurrección de cuerpos animales e incluso humanos, mediante fórmulas alquímicas y dicen los más atrevidos que dio con una fórmula capaz de ablandar el mármol, lo que permitió a Gioseppe Sanmartino crear su obra maestra. Se conoce que el príncipe Raimondo di Sangro colocó una tela fina sobre la estatua de mármol de Cristo yacente, y la impregnó de una sustancia secreta que produjo una petrificación, lo que explicaría el aspecto increíblemente realista de la figura. Sin embargo, el estudio de la escultura arroja la evidencia de que se trata de una obra completamente realizada en mármol.

El origen de la Capilla Sansevero está relacionado con un acontecimiento milagroso: el derrumbamiento de la fachada en el s. XVI que descubrió una pintura mural muy antigua de la Pietà. De ahí la consagración del templo a Santa María de la Piedad. Sin embargo, los datos que ofrecen las crónicas de la época relacionan la capilla con un apuñalamiento en 1.590 de la esposa María D’Avalos de manos de su marido el compositor Carlo Gesualdo. Sería la segunda esposa de Giovan Francisco di Sangro, I Príncipe de Sanseveroquien levantaría la capilla expiatoria dedicada a la Virgen de la Piedad, en pos de la salvación del alma de su hijo querido.  Por lo que nos encontramos con la vinculación de la capilla con la sangre, que curiosamente es el nombre familiar (Sangro o Sangrio).

Se cree que la nave del templo representa un recorrido iniciático o espiritual que todo masón debe realizar para alcanzar la Sabiduría. El trazo de la pavimentación del suelo se ofrece como un laberinto enmarañado, conectando las virtudes o alegorías de la capilla según un orden determinado. Los tres niveles del templo representan la Muerte, la Vida y el Paraíso: una cámara subterránea, la capilla y un área superior. En la cripta de la capilla pueden encontrarse dos máquinas anatómicas: dos cuerpos, uno de hombre y otro de mujer, que alimenta la leyenda negra de un macabro experimento: una “metalización” de dos cuerpos todavía con vida, lo que no deja de ser otra leyenda más entre tantas vinculadas al misterioso Raimondo Di Sangro.

En esta misteriosa Capilla Sansevero también destacan otras estatuas de alegorías: El desengaño, de Queirolo o La verdad velada, de Corradini.  La capilla constituye en la actualidad uno de los lugares más curiosos de Nápoles, ciudad no exenta de misterios y de sitios bellos para conocer.

Alberto Bermejo

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