En enero, Oneira club de viajeros realiza su particular periplo a Sudáfrica, en un viaje muy especial. ¿Te apetece acompañarnos?. Conectando con la Extensión opcional a Cataratas Victoria, decir que siempre me interesó la figura del Dr. David Livingstone, quien fue un eminente explorador y misionero escocés del siglo XIX, y que se aventuró valientemente en el corazón inexplorado del continente africano, con una doble misión: difundir el cristianismo y explorar las ignotas regiones del continente. Fue el primer europeo que descubrió las Cataratas. En esos siglos, los “Periplos” por tierras inexploradas consistían en extensas travesías en barco, largas expediciones a pie por la selva o la sabana, navegaciones fluviales… ¡nada que ver con los cómodos viajes del s. XX que hacemos nosotros!.
A lo largo de sus expediciones, Livingstone dejó un legado duradero marcado por sus descubrimientos geográficos y su compromiso humanitario.
Fue en 1855, mientras exploraba el sur de África, cuando Livingstone llegó a las Cataratas Mosi-oa-Tunya, que en lengua kololo significa “el humo que truena”. Estas cataratas son mundialmente conocidas como las Cataratas Victoria, en honor a la Reina Victoria del Reino Unido y que Oneira club de viajeros tendrá opción de visitar en nuestro próximo viaje al sur de África.
Livingstone fue el primer europeo en presenciar las Cataratas Victoria y quedó impresionado por su majestuosidad. Escribió en su diario: «Escenas tan encantadoras deben haber sido contempladas por ángeles en su vuelo». Además, Livingstone jugó un papel importante en dar a conocer estas cataratas en Europa a través de sus escritos y relatos sobre sus expediciones.
A mediados de 1866, Livingstone se adentró en el oscuro corazón del África Negra, en pos del esquivo origen del río Nilo, las llamadas “fuentes del Nilo”, cuyo descubrimiento desafiaba a las mentes más sagaces de su época. Sin embargo, fueron años de silencio los que transcurrieron sin tener noticias de Livingstone. Sus allegados y el mundo en general se temieron lo peor. En esta tesitura, el intrépido periodista y explorador Henry Morton Stanley se embarcó a la búsqueda del genial Livingstone, erigiéndose como un rayo de esperanza en medio de la tormenta.
Fue en 1871, en las orillas del lago Tanganica, en noviembre de 1871 cuando el destino trenzó los hilos de dos almas errantes: Livingstone y Stanley. La célebre invocación de Stanley, “Doctor Livingstone supongo”, se convirtió en un icono de la exploración africana. Livingstone se encontraba en un estado físico muy debilitado, pero su determinación y pasión por sus descubrimientos no se habían desvanecido.
Durante sus exploraciones, Livingstone documentó meticulosamente la geografía, flora y fauna de África a través de sus detallados diarios. Realizó descubrimientos importantes, incluyendo el lago Malawi y el río Shire. También abogó fervientemente contra la esclavitud y el comercio de esclavos, lo que lo convirtió en un abanderado de los derechos humanos en la época.
En el crepúsculo del 1 de mayo de 1873, en el pueblo de Chitambo, Zambia, las manos de la vida abrazaron a Livingstone por última vez. Su corazón fue extraído y enterrado en el lugar, mientras su cuerpo fue preservado y llevado a Inglaterra, donde reposa en la Abadía de Westminster. Sin embargo, su legado pervive en la savia de la historia. Las huellas de Livingstone trazaron rutas hacia futuras exploraciones y encendieron la luz de la comprensión geográfica del continente africano.
Las epopeyas del Dr. Livingstone en África resplandecen como testimonio de audacia, tenacidad y entrega. Su anhelo insaciable por el saber y su compromiso con la abolición de la esclavitud lo elevan a la categoría de faro inspirador que ilumina a generaciones venideras.
Alberto Bermejo
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