Es agosto 2019 y con muchas ganas de desconectar de las tensiones de las últimas semanas, ¿qué mejor que embarcarse en un emocionante crucero, combinando visitas a grandes ciudades y la relajación en el mar Báltico?. Pues allá que fuimos Meli y yo.
El Báltico presenta grandes atractivos. A orillas de este mar lleno de historia se encuentra la riqueza y belleza cultural de ciudades indispensables. El Mar Báltico comunica con el Mar del Norte y el Atlántico. Este mar interior salado ha sido testigo de la irrupción y asentamiento de pueblos germánicos y vikingos. Sus rutas facilitaron la actividad comercial de estos pobladores del norte de Europa.
Elegimos en esta oportunidad NCL Norwegian Cruise Line, que aunque no lo parece, es una línea de cruceros americana, con sus pros y contras. De esta línea me gusta su Freestyle Cruising que te permite ir a tu aire en cuanto a los horarios y lugares para las cenas.Sin embargo aunque los españoles embarcados eran legión, la sociocultura gastro y organizativa era de base americana: horarios, comidas, desayunos, bebidas, etc. Mas tuvimos opción de degustar buenas viandas en algunos restaurantes de especialidad. Nos fuimos nos acomodando. A su favor: la espectacularidad en la oferta de entretenimiento. Quedé encantado con los shows y los musicales de primerísimo nivel: Millon Dollar Quartet, Cirque Dreams & Steam, Burn the Floor y Wine Lovers, The Musical, con cata de vinos incluida. Genial este último, yo que soy un amante del mundo enogastro.
Los destinos de este crucero fueron de gran encanto. Iniciamos nuestro tour en Copenhage (Dinamarca), para nosotros ciudad de paraguas y bicis; paraguas porque los necesitamos los dos días que allí estuvimos y bicicletas porque las encuentras en todas partes. Son las reinas de la calle, con prioridad frente a peatones. Paseamos por Magstraede, su calle más antigua, visitando sus bellezas más icónicas. Desde La Sirenita, hasta Puerto Nuevo (Nyhavn 17) de gran encanto, su canal más famoso, con antiguos veleros y barcos de pesca apostados en sus orillas. Si visitas Copenhage no te pierdas el Castillo de Rosenborg, iniciado por Cristian IV en 1606, es fascinante. De estilo renacentista neerlandés, alberga un museo con colecciones reales. Y se levanta en un parque precioso. Una de mis últimas fotos subidas a Instagram muestra la imagen esbelta de la Iglesia de Mármol, un templo luterano de estilo rococó, levantado en 1749 por Nicolai Eigtved, con la cúpula más grande de Escandinavia. Visitamos mucho más; podéis curiosear en nuestras Instagran stories, Báltico. En Copenhage en agosto coincidimos con la Semana del Orgullo; el colorido y el ambiente festivo y desenfadado estaba presente en toda la ciudad.
Otra de las paradas de nuestro crucero fue Rostock (Alemania). Allí quedé embobado con su Reloj Astronómico, en la luterana Iglesia de Santa María. Este tipo de relojes hacían las delicias en los siglos XVI y XVI. Una maravilla de la técnica de entonces, que no conocían artilugios como el que tenéis ahora en las manos. Este reloj fue construido por Düringer. Incluye información zodiacal, las fases de la luna, elementos astrónomicos y más. Sorprendentemente el constructor decidió que 2017 sería el último año a mostrar, quién sabe por qué. El crucero lo teníamos anclado en Warnemunde, una bonita ciudad balneario a la que acuden todos los años miles de alemanes.
Una de las perlas de nuestro viaje fue Gdansk (Polonia). Muy representativa de entre las ciudades bálticas. De gran hermosura, merece la pena dedicarle varios días para conocerla bien. Con una historia complicada de gobierno prusiano y alemán y de autogobierno como “ciudad libre”. Completamente reconstruida ya que fue arrasada en la II Guerra Mundial. Me llamó la atención la Fuente de Neptuno, emblema y símbolo de la ciudad. Aquí no vienen los atléticos a festejar sus triunfos, pero sí lo hacen sus habitantes cuando el equipo de la ciudad consigue algún triunfo importante.
En Estonia también bajamos a conocer Tallín, una ciudad de cuento de hadas, Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. De base medieval, no ha perdido su riqueza cultural y estética, con profusión de edificios de arquitectura gótica y hanseática. De todo lo disfrutado allí me quedo con un pequeño rincón del claustro del Antiguo Monasterio Dominicano, de la parte del jardín.
Pero sin duda, lo más fascinante de este viaje fue conocer por vez primera San Petersburgo. Una de las ciudades más bellas de toda Europa; es espectacular. En nuestras Instagram storiespodéis encontrar algunas fotografías que dan fe de ello. Impresionante la Catedral de San Isaac, con más de 100 m de altura y la cúpula dorada, cuarta más grande del mundo. Fue protegida de la aviación enemiga en la 2GM pintándola de gris, con globos aerostáticos y chicas ciegas con buen oído. Inmensa y de gran belleza. Pero si te dejas caer por San Petersburgo, no dejes de visitar el Hermitage; uno de los mejores museos del mundo, con el atractivo adicional de mostrar las obras en palacios como el Palacio de Invierno. A destacar la Galería Rafael, con copias de los frescos de las Estancias del pintor renacentista Rafael en el Palacio Apostólico de Roma. Y un buen ejemplo de arte soviético lo encontraréis en el Metro de San Petersburgo; recorrimos algunas de sus estaciones. Subí una de las fotos más interesantes, un mosaico celebrando la resistencia de Stalingrado por los patriotas rusos durante la Segunda Gran Guerra. Esta ciudad sufrió más de tres años de asedio nazi. Sus actuales habitantes están muy orgullosos de su gesta. Nos despedimos de la ciudad visitando la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, con otra historia triste detrás y realizando un pequeño crucero en el Rio Nevá. Al llegar a casa volví a revisar la extraordinaria miniserie Guerra y Paz, producida por la BBC, basada en la obra de León Tolstói; una superproducción rodada buena parte en San Petersburgo. Quedamos muy agradecidos a Nadia, excelente guía profesional en San Petersburgo que nos supo transmitir todo el amor por esta tierra y por su arte. Dentro de un par de años Oneira club de viajeros organiza un viaje a Rusia para descubrir sus ciudades más importantes y esperamos contar con ella para conocer mejor este destino.
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¡Nos vemos en los viajes!
Alberto Bermejo
ONEIRA club de viajeros
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