A la vuelta del verano ONEIRA club de viajeros se embarca en una nueva aventura en África. Vamos a recorrer en 11 días los lugares más interesantes e importantes de nuestro vecino Marruecos, con quien tenemos más en común de lo que imaginamos. Este grupo de viaje está prácticamente al completo, pero aún hay unas pocas plazas disponibles. La historia de nuestros dos pueblos tiene mucho en común y por otra parte, son enormes las diferencias culturales y sociales que nos separan, además de la frontera natural marítima. Nuestros vecinos marroquíes profesan la fe islámica muy lejos de opciones radicales más propias de otras latitudes. En el Medievo, el Islam (que se profesaba también en buena parte de la Península Ibérica) era una religión extraordinariamente tolerante y desde la misma se desarrolló una filosofía fundamental que destacó en la historia del pensamiento. Vamos a conocer más sobre esta tradición islámica filosófica.

En paralelo al dominio y predominancia que tuvo el mundo islámico entre los siglos VIII y el siglo XV se desarrolló una filosofía fundamental en la historia del pensamiento. De raigambre musulmana, esta filosofía tenía como núcleo las enseñanzas del Corán y la tradición islámica se veía fuertemente influenciada también por la filosofía griega y la filosofía persa. Tal es así que podemos afirmar que el legado que nos ha llegado hoy en día de los filósofos griegos e incluso la escolástica misma (la filosofía cristiana que se desarrolló durante la edad media) sería inconcebible sin pensar en el papel fundamental y la influencia que tuvo la filosofía musulmana y su papel como correa de transmisión de las ideas de los antiguos griegos y la reformulación de muchos de sus planteamientos.

La orientación de muchos de los pensadores de este periodo como le sucedería al cristiano, versaba en la conciliación del legado griego con la religión monoteísta que profesaban y su exigencia de fe. Así, uno de los temas principales era la relación entre la fe y la razón y su compatibilidad para conocer lo divino y lo humano. Otro tema fundamental versaba sobre la naturaleza del ser humano, su relación con Dios y su papel en el cosmos. Como podemos intuir, las respuestas iban en línea con la religión musulmana (como hacían los escolásticos con el cristianismo) pero entretejiéndolo con ideas y cuestiones propias del aristotelismo o del platonismo que insuflaron una nueva vida y debate que continuaron posteriormente los filósofos cristianos.

Entre los filósofos más famosos de este periodo podemos encontrar a Al-Farabi y su teoría teológico-política de la sociedad justa o el más famoso aún Averroes, con su defensa de la complemantariedad de la razón y la religión y la defensa de la observación empírica y la experimentación.

Quedémosnos con él, quien no en vano fue un hispano andalusí del s. XII y hemos de destacarlo, por paisano. Una de sus contribuciones más destacadas fue su defensa de la razón y la filosofía en el Islam. Averroes argumentaba que la razón y la fe no eran incompatibles y que, de hecho, la filosofía podía ayudar a entender mejor la religión. Sostenía que la verdad era una sola, y que la filosofía y la religión podían llevar a la misma verdad, aunque a través de diferentes caminos. En la filosofía de la religión, Averroes realizó importantes reflexiones sobre la relación entre la razón y la fe, y sobre la naturaleza de Dios.

En suma, la historia de las ideas es inconcebible sin la aportación crucial que tuvieron estos filósofos, y que si en algún lugar es evidente es en el lugar de cruce y mezcla de culturas que fue la península ibérica durante esos siglos.

A.  Bermejo Vesga

Alberto  Bermejo 

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