Cuzco  es Capital Arqueológica de América (Congreso de las Américas en 1933) y Capital Histórica de Perú (Constitución del Perú) y  se encuentra en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes a 3400 metros sobre el nivel del mar  siendo una de las ciudades más bellas del mundo. Con una población de 420.137 habitantes, fue la capital del Imperio Inca y una de las ciudades más importantes del Virreinato de Perú. La mayor parte de los edificios coloniales conservan bases originales incas otorgándole un carácter único. En esta época fue ataviada de iglesias, palacios y plazas barrocas y neoclásicas, siendo posteriormente conocido como la “Roma de América”. En el año 1534, Francisco Pizarro constituyó sobre Cuzco una ciudad española, la cual se levantó sobre los cimientos incas, siendo de hecho, un ejemplo de fusión cultural habiendo heredado monumentos arquitectónicos y obras de arte de valor incalculable. En el Cusco colonial ocurrieron importantes sublevaciones contra el sometimiento español como la de Gabriel Condorcanqui en 1780, la de los hermanos Angulo en 1813 y la de Mateo Pumacahua en 1814. Cuzco  atrae a viajeros de todo pelaje y de todo el mundo, con su mezcla de excelente arquitectura, bellas iglesias, variada oferta gastronómica y una revitalizada vida nocturna. Este destino clave es la puerta a Machu Picchu. Es un destino imperdible si visitas Perú, como nosotros haremos en la Semana Santa de 2019. Vamos a darnos una vuelta por esta mágica capital.

Sorprende al visitante las calles empedradas de Cuzco, sus lindos bares y comedores, sus plazas y edificios más representativos. Paseando por la Plaza de Armas, su eje central, se observan un sinfín de comerciantes ofreciendo de todo, desde marionetas hasta masajes. Esta Plaza Mayor, en tiempos de los incas era conocida como plaza Huacaypata. Ahora suelen ondear dos banderas, la peruana roja y blanca y la de Tahuantinsuyo, a cuadros y con los colores del arco iris que representan las cuatro regiones del Imperio inca; la plaza se encuentra rodeada por una arcada colonial. En el lado nororiental se erige la imponente Catedral de Cuzco, construida entre los años 1560 y 1664 sobre el Quishuarqancha, antiguo palacio del inca Huiracocha. Esta catedral que fusiona el estilo gótico, barroco y renacentista, es una de las más bellas y características edificaciones de América, levantada con enormes bloques de piedra robados de Sacsayhuaman. La catedral es uno de los mayores exponentes del arte colonial de Cusco, especialmente de obras de la escuela cuzqueña, conocida por su fusión de estilos pictóricos tradicionales europeos del siglo XVII y la paleta e iconografía de los artistas indígenas andinos. Por ejemplo, el cuadro de la Virgen María vistiendo una falda en forma de montaña, con un río que circula por el dobladillo (Pachamama). Además, también vale la pena observar el cuadro más antiguo de Cuzco, que muestra la ciudad durante el enorme terremoto del año 1650. En este cuadro, los cuzqueños desfilan alrededor de la plaza con un crucifijo, rezando para que el temblor terminase, lo que milagrosamente sucedió. La iglesia de La Compañía de Jesús es otro edificio colonial barroco que se erige sobre el palacio de Huayna Cápac, construida por los jesuitas en 1571 y reconstruida tras el terremoto de 1650. Los jesuitas deseaban que fuera la iglesia más espléndida de la ciudad, pero el arzobispo se decantó por la catedral y hasta el papa Pablo III tuvo que interceder a favor de esta última. Desgraciadamente para ellos, cuando la máxima llegó a Cusco, la iglesia ya casi estaba terminada, luciendo una fascinante fachada barroca y el mayor altar de Perú, todo ello junto a una elevada cúpula. A 5 minutos de allí se encuentra el Korikancha (en quechua “Patio Dorado”), antiguo palacio inca y principal centro para la adoración al dios Sol erigido a mediados del siglo XV por Túpac Yupanqui, décimo inca. Fue unos de los templos más importantes y admirados de la ciudad de Cusco donde los ancestros rendían obediencia al supremo dios inca, el Inti (dios Sol). Solamente se podía ingresar en ayunas, descalzos y cargando algo en la espalda. Los muros tienen rocas más grandes que las del Machu Picchu, encajando todas a la perfección. Se conoce que cada muro estaba recubierto de oro y que este fue robado en la época colonial por los españoles por lo que, con tal ornamento, imaginarse el templo en todo su esplendor es algo inevitable e increíble. Se conservan aquí los cuerpos momificados de los incas fallecidos y que cada día se sacaban a la luz del sol y se les ofrecía comida y bebida. Magnífico ejemplo de arquitectura inca: un muro curvado rodea el complejo con una altura de 6 metros. En la parte exterior del patio hay pinturas que representan la vida de Santo Domingo. En el Barrio de los pintores de San Blas se halla la hermosa Iglesia de San Blas. Tiene un altar de estilo barroco y está revestido de finas láminas de oro. El púlpito, de delicada talla, está hecho en un solo tronco con madera de América. Cuenta la leyenda que su autor fue un indígena con una enfermedad terminal que se curó de forma milagrosa, por lo que dedicó su vida a fabricar el púlpito para la Iglesia.  Cuenta la tradición que su cráneo está incrustado en la parte superior de la talla. En el barrio de San Blas se desarrollan talleres y puestos de artistas y artesanos; los más famosos son los artesanos cuzqueños “Mendívil”, creadores de los multicolores y emblemáticos arcángeles de cuellos largos, mundialmente conocidos; el barrio presenta calles estrechas y retorcidas, como otros distritos estaba habitado por la nobleza quechua. Cerca de la Plaza de Armas se sitúa la piedra de los doce ángulos, hecha de diorita verde y perfecta por sus características. Esta tiene una enorme estructura poligonal (pesa 6 toneladas) y encaja impecablemente con las piedras que la rodean, haciendo imposible meter en sus bordes una simple aguja. Los expertos afirman que si se extrajera del muro, este se caería. 

Los alrededores de Cuzco, en especial las áreas arqueológicas merecen un artículo aparte, que reservaremos a tal fin.

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