Poemas de amor del Antiguo Egipto

En diciembre de 2019 Oneira club de viajeros organiza un viaje al Antiguo Egipto que nos permitirá conocer en profundidad la expresión artística de esta gran civilización. Hay algunos elementos pocos conocidos, literarios,  de esta cultura que me gustaría subrayar en nuestro blog Oneira.

Destaquemos inicialmente que los egipcios fueron muy discretos y comedidos al tratar y expresar sus opiniones respecto al sexo. El arte que refleja escenas eróticas en papiros o en decoración fueron productos de artistas o escribas que a modo de travesura plasmaron sus impresiones y sentimientos sobre el tema, siendo siempre un trabajo ajeno a la corte. Importante destacar que las mujeres en la sociedad faraónica gozaban de igualdad legal con respecto a los hombres, repercutiendo en una liberada vida sexual, que en no pocos casos implicaba tomar la iniciativa en la seducción. El lugar ideal para disfrutar los encantos del amado o la amada, uno era esencialmente perfecto para estas lides: el jardín, entre plantas o en un coqueto pabellón.

Empero lo  que quiero destacar en esta entrada son los poemas amorosos del Antiguo Egipto. Estos poemas nos hablan del amor de un modo que nos resulta muy cercano. Con equívocos, anhelos, desdichas y satisfacciones de enamorados; sentimientos de hace más de tres mil años, en el valle del Nilo. Los poemas de amor del Antiguo Egipto nos hablan de la fascinación por la amada, del deseo, de complicidades; sentimientos a todas luces eternos. El amado y la amada es representado como “hermano” o “hermana”, identificando al amor como fuerza de hermanamiento, de cercanía. Nos sorprenden con su ritmo y musicalidad, con una plasticidad y belleza admirables. Algunos, con unos toques de erotismo. Veamos:

A mi amado encontré en su lecho

Mi corazón rebosaba de alegría.

Nos dijimos “nunca de abandonaré”

Nuestras manos se han unido.

Caminamos juntos. Te acompaño

A todos los lugares agradables.

Para él, yo aventajo a todas las

Mujeres.

Nunca me romperá el corazón.

 

Oh amado. Qué dulce es seguirte

en el río…

y bañarme ante ti.

Quiero dejarte ver mis encantos a

Través del traje de las más finas telas,

cuando está mojado.

Yo entro en el agua contigo y salgo

Hacia ti con un pescado rojo bello en

mis manos.

Ven, mírame…

 

La poesía amorosa aparece exclusivamente en el Reino Medio, llamado Nuevo, entre el 1300 y 1100 a.C. Las cuatro colecciones de poeamas identificadas se encuentran 3 sobre papiro (Papyrus Harris 500 -British Museum-; Papyrus Turin 1996 y Papyrus Chester Beatty -British Museum-) y la cuarta como ostracón-el fragmento de una piedra alisada para escribir sobre ella o en un gran jarrón, como es el caso-

Los poemas se reflejaban en escritura jeroglífica, una expresión de la propia psicología de los egipcios. Para ellos, la realidad se encontraba más allá de lo aparente, de lo visible. Lo evidente para ellos se tornaba insuficiente o parte de una ilusión. De hecho el dibujo egipcio viene a representar una definición y exposición que contiene la suma máxima de realidad, representando a plenitud la esencia intermporal y permanente de los seres. Ello confería una gran expresividad a su poesía, mostrando la parte alegre y jovial del pueblo egipcio.

 

Encuentro a mi amado pescando

Con sus pies hundidos en los bajíos

Tomamos el desayuno juntos

Y tomamos cerveza.

Le ofrezco la magia de mis muslos

El queda atrapado en el hechizo.

 

¡Cuando nos besamos y sus labios se entreabren

vuelo a la altura de las nubes sin cerveza!

¡Qué paraíso ganado, qué plenitud,

qué vuelco celestial de los acontecimientos!

¡Ah, alza una para Menkat, Nuestra Señora del Licor,

pero mantén la boca apretada

sobre la muchacha!

 

Alberto Bermejo

Oneira CLUB DE VIAJEROS

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