El Templo de Horus en Edfú (Egipto)

Las leyendas y los mitos se han asentado alrededor de la figura del Antiguo Egipto, al que regresamos con Oneira club de viajeros en Mayo de 2020 (viaje aplazado por excepcionalidad COVID-19),  aunque una de las más populares por todos los apasionados de su historia es la batalla entre dos  dioses, Horus, hijo de Osiris e Isis y su tío Seth. Los habitantes del Antiguo Egipto emplazaron en Edfú la contienda, triunfante para el poderoso Horus. Edfú es una  ciudad ubicada en un amplio valle en la orilla oeste del río Nilo, a unos cien kilómetros al sur de Lúxor y a salvo de las inundaciones anuales del río. Su nombre actual proviene de su antiguo nombre “Djeba” que se refiere a “El lugar del castigo”, puesto que los adversarios del dios Horus eran trasladados a este lugar para ser castigados. Allí descubrimos el fabuloso Templo de Horus.

Edfú fue una próspera ciudad griega en épocas antiguas, renombrada popularmente como Apolinópolis Magna, en nombre del dios principal Horus Apolo. En este lugar y en la época ptolemaica (entre el 237 y el 57 a. C., fechas inscritas en las paredes del templo), se construyó un templo consagrado al dios Horus de Behedet, divinidad que se veneraba en este emplazamiento desde la época predinástica y que aunaba elementos de la arquitectura griega y de los templos egipcios. El Templo de Horus se erigió a partir de arenisca y se construyó sobre una pequeña elevación natural del terreno de rocas y arena, siendo el templo mejor conservado y más completo del país, con una longitud de 79 metros de ancho y 137 metros de largo. Los relieves en paredes proporcionan información a los arqueólogos sobre los rituales del templo y el gran poder que detentaban los sacerdotes. Accedemos por debajo del Pilón cruzando un patio hasta la Primera Sala Hipóstila o pronaos. Pasear por sus grandes y sombrías cámaras induce una sensación de respeto y asombro a partes iguales ante los grandes misterios de esta civilización. El gran sacerdote se purificaba en la Casa de la Mañana y se dirigía a la Biblioteca para coger el papiro con la liturgia del día. La Segunda Sala Hipóstila comunica al oeste con la Cámara del Nilo, donde los sacerdotes realizaban sus abluciones y era laboratorio de ungüentos y perfumes para ungir a la estatua del dios. En la Sala de las Ofrendas se depositaban los alimentos ofrecidos a los dioses. En ciertas ocasiones se exponía la estatua de la divinidad a los rayos del sol desde la Terraza para recargarse de energía divina. En los bajorrelieves, aquí observamos entre otros, la procesión de los sacerdotes. El Santuario albergaba también la barca de Horus.  En el Mammisi (maternidad) situado sobre el atrio de un gran templo se representa el nacimiento anual del niño divino Harsomtus, hijo de Horus y Hathor.  En una pared del recinto encontraremos los restos del nilómetro, que medía el nivel del agua del río y ayudaba a predecir la siguiente cosecha. 

En las proximidades del templo quedan restos de construcciones e inclusive necrópolis, que se remontan a tiempos del Reino Antiguo y del Primer Período Intermedio, aunque no es lo único que se conserva del santuario. Antes de la construcción del templo en la época del Reino Nuevo, existía un templo del cual se conserva su pilono encajado en uno de los anexos del patio del templo ptolemaico. Gracias a su gran estado de conservación, los expertos pudieron hacerse una idea de como fueron los templos egipcios, como por ejemplo a partir de los muros del Templo de Horus, los cuales poseen una extraordinaria fuente de conocimiento ya que en ellos se puede apreciar las tradicionales escenas cosmogónicas, junto a otras menos conocidas (aunque no menos importantes) como son los quehaceres del templo y los trabajos que realizaban los religiosos y las ceremonias practicadas en su interior. De hecho, existe una curiosidad que salta a la vista, y es que, en una de las anotaciones del muro, se narra como el arquitecto Imhotep, encargado de la construcción de la pirámide escalonada de Djoser (levantada 2350 años antes que el templo de Edfú), también fue el encargado de la construcción del templo de Horus y quien en estos tiempos había sido alzado al estrato divino. Estos muros servían de hogar para el dios Horus, pero también se organizaba en su interior la “Fiesta del Bello Encuentro”.

Se concibió la celebración durante la cual, una vez al año, la diosa Hathor se veía con Horus en su templo. La diosa Hathor era transportada en un barco de ceremonias hasta la ciudad de Edfú, donde Horus la aguardaba en el muelle del templo. Una vez reunidos, los dioses eran conducidos en procesión junto a bailes y música a partir de sistros y cuando alcanzaban el interior permanecían juntos durante 2 semanas. En su interior se encuentra la entrada, el patio y una capilla embellecida con anotaciones en los muros que simbolizan acontecimientos del nacimiento de Horus y de otras divinidades faraónicas que colaboraron en la gestación y nacimiento. El acceso al templo consta de un pilono, el más alto que se guarda en el país, con 37 metros de altura y embellecido con acontecimientos bélicos. Al traspasar el pilono se accede a un patio amplio donde se practicaban las ofrendas, las cuales eran entregadas por parte de los habitantes a la divinidad de Horus. El patio está cercado por columnas con ilustraciones florales en 3 de sus caras y más allá de este se sitúa el vestíbulo de la sala hipóstila, la sala hipóstila y 2 recibidores contiguos cada uno de ellos ornamentados con escenas que encarnan deidades, batallas, matrimonios y ofrendas. La envergadura y repercusión del templo de Horus no comprende de límites. Aquí, tanto historiadores como arqueólogos han obtenido cuantiosa información sobre religión, lenguaje y costumbres del periodo del Antiguo Egipto que ha supuesto un extraordinario conocimiento sobre la cultura faraónica y el desarrollo de la civilización egipcia.

Daniel Bermejo

Alberto Bermejo 

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Cuaderno de bitácora: Viaje a Egipto Oneira Diciembre 2019

Nuestros amigos viajeros de Oneira visitaron en diciembre de 2019 el Antiguo Egipto, en un viaje atrás en el tiempo para penetrar sus misterios; descubriendo historias y leyendas de los grandes faraones, sus construcciones y el desarrollo artístico que implicó su civilización. Dirigieron la expedición nuestros dos colegas Gloria Jordán y David Esteso de Más Que Un Plan Agencia de Viajes  Descubriendo el Antiguo Egipto, país de las pirámides, las esfinges, dioses, templos, momias y faraones, cuna de  civilizaciones, de la mano de uno de los más reconocidos e influyentes egiptólogos, el Doctor Sayed Salama, escritor natural de El Cairo, que además de su doctorado en la Universidad Helwan de El Cairo cuenta con una Licenciatura en Bellas Artes y Periodismo por la Universidad de Bostón (EEUU) y en Filología Hispánica y Francesa por la Universidad de Einshamr, Heliópolis, y una decena de títulos y reconocimientos oficiales. Políglota (habla y escribe en español, francés y hebreo, además de en su lengua natal) es el mejor cicerone que podríamos tener para Oneira club de viajeros, en un viaje apasionante e inolvidable.

Nuestros viajeros comenzaron su aventura en Luxor, la antigua Tebas, importante centro espiritual, intelectual y económico de Egipto, descrita por Homero como “la ciudad de las cien puertas”, con la mayor concentración de monumentos antiguos de todo Egipto, ciudad sagrada de Amón-Ra, dios supremo y fuente de toda legitimidad para los faraones. Tebas se alzó como capital del Antiguo Egipto durante la undécima dinastía egipcia (2055  a.C.) y se mantuvo como capital religiosa hasta 1655 a.C. Tebas quedó dividida en barrios y suburbios en torno a los templos de Karnak y Luxor. En la orilla izquierda del Nilo se ubicó la necrópolis, los templos funerarios y los talleres de momificación. La belleza y el poderío de Tebas llegaron a oídos de los antiguos griegos mil años antes de nuestra era.

Dendera y Abydos se encuentran a un par de horas  de autobús desde Luxor. En Dendera, en medio del desierto y de bancales de cebolla han visitado el  espectacular Templo de Hathor, (Tolomeo XII Auleto 88-51 a.C.) de los pocos que conservan su techumbre. Hathor presidía en el templo los juegos del amor y en su honor de celebraban fiestas con música y danzas. La sala hipóstila con sus seis anexos y el santuario con sus once capillas son impresionantes, así como el techo, decorado con motivos astronómicos. El Dr. Sayed Salama les explicó las distintas significaciones de las estatuas y la decoración interior, así como el alcance de la resurrección de Osiris (que nos recuerda mutatis mutandi, la resurrección de Jesucristo de la tradición cristiana), descuartizado por su hermano Set y reconstruido por la diosa Isis, concibiendo con él a Horus, heredero real.  En Abydos, la ciudad de Orisis, visitaron el Templo de Seti I, el más completo y bonito de Egipto, con siete entradas dedicadas a los dioses Osiris, Isis, Horus, Amón-Ra, Ra-Horaity y Ptah. Un aire misterioso envuelve la atmósfera de este templo, al recorrer sus oscuras salas y santuarios. Una curiosidad: la inglesa Dorothy Eady, conocida como “Omm Sety” en los ambientes, fue una de las últimas residentes; creía ser reencarnación de la sacerdotisa del templo y amante de Seti I. Vivió 35 años en Abydos y se le permitió realizar antiguos rituales en el templo.

El grupo visitó el fantástico Museo de Luxor, que exibe objetos encontrados en la antigua Tebas. El Dr. Sayed Salama dirigió la visita con explicaciones detalladas sobre el  conjunto de esculturas halladas en 1989 en el Templo de Luxor, las momias de Ahmosis I y Ramsés I, fundador de la XIX dinastía y padre de Seti I. Destacadísima la figura de alabastro de Amenofis III protegido por el gran dios cocodrilo Sobek.  La noche acabó disfrutando de un Espectáculo de Luz y Sonido en el Templo de Karnak, con recorrido del templo al atardecer y con la ejecución de un conmovedor espectáculo desde el Gran Lago Sagrado, descubriendo la historia de Tebas con juego de luces, colores y música.

Nuestros viajeros se trasladaron al Valle de los Reyes, la necrópolis real conocida como “el lugar de la verdad”, con 63 magníficas tumbas reales en la orilla occidental de Luxor. Todo apunta a que los faraones escogieron el lugar para su eterno descanso por la forma piramidal natural de la picuda cima de la montaña Tebana además de para intentar burlar a los saqueadores. El Valle de los Reyes permite descubrir las tumbas de los faraones de las XVIII y XIX dinastías.  Debido a los graves daños sufridos, actualmente sólo es posible visitar una decena de tumbas y todas no podremos verlas: el Departamento de Antigüedades de Egipto ha introducido un sistema de rotaciones abriendo un número limitado de tumbas cada día, pudiéndose visitar únicamente tres de las tumbas más importantes.

La siguiente visita fue al Templo de Hatshepsut, un monumento extraordinario “el más sagrado de los sagrados”, distribuido en terrazas. El templo se integra armónicamente con los acantilados donde se talló, revelando una de las mejores estructuras del Antiguo Egipto. En época de Hatshepsut (1473-1458 a.C.) debió impresionar mucho más por la calzada procesional flanqueada por esfinges; las que quedan se hallan en el Museo Metropolitano de Nueva York. Fue diseñado por Senenmut, amante de la reina. El grupo se trasladó posteriormente a el área donde se erigen los dos Colosos de Memnón, sin rostro, representación de Amenofis III que se levantan 18 m sobre la llanura. El Dr. Salama les habló sobre la leyenda afirma que los Colosos hablaban o silbaban, según  cuentan los antiguos griegos y romanos; ellos creían que era el saludo de Memnón a su madre Eos. A continuación descubrieron el Memorial de Ramsés III en Medinat Habú, vinculado al dios Amón, rodeado por un recinto fortificado, cubriendo más de ocho hectáreas, incluyendo capillas, anexos, patios, murallas, restos del palacio del faraón, etc., con bajorrelieves y paneles exquisitos. La última visita del día fue a Deir Al Medina, donde yacen los grandes artistas y obreros que trabajaron en las tumbas del  Valle de los Reyes y el Valle  de las Reinas. Es un lugar importantísimo desde el punto de vista histórico y artístico (y científico), pues los continuos descubrimientos (el último de ellos nuevos hallazgos de Zahí Hawass que comentamos en nuestro artículo en el Blog de Oneira del 20/11/19) han permitido conocer las costumbres y la vida cotidiana de personas anónimas, alejadas de la aristocracia egipcia y que nos han aportado un gran conocimiento sobre la vida en el Antiguo Egipto, por los ostracones encontrados en yacimientos, papiros y objetos hallados. Cuenta con detalle sobre todo ello nuestro guía Dr. Salama a todos nuestros viajeros.

Cerramos esta etapa dejando al grupo embarcado en su Motonave, en la que iniciarán su Crucero por el Nilo los próximos cuatro días.

Durante la mañana siguiente y antes de iniciar el crucero, nuestros amigos viajeros realizaron la visita del Templo de Karnak. El nombre que Karnak recibió en la antigüedad fue Ipet Sut, “el lugar más venerado”; designa el “centro del mundo”, el lugar donde Amón, tras crearse a sí mismo, dio vida a los seres y a las cosas. Un conjunto espléndido de santuarios, quioscos, pinoles y obeliscos, erigidos a mayor gloria de los dioses. Las escenas en las paredes interiores del templo muestran a los sacerdotes y la realeza en actitudes religiosas, y en las exteriores están dedicadas al todopoderoso faraón. A continuación tocaba regresar para el almuerzo e iniciar travesía por el río Nilo, el mayor río de África, unido física y espiritualmente a Egipto. La mayor parte de los habitantes del Antiguo Egipto vivieron en sus orillas. Nos deleita el escriba con un poema copto de hace milenios “el peregrino del tiempo”: “Mi alma peregrina del tiempo, pasea por las orillas del Nilo/Y me trae mil recuerdos… arrastrados…/Por los vientos del Sur… más allá del desierto/En donde arena y viento… dibujan un nuevo sueño”. Cerca de la hora de la cena nuestro crucero alcanzó la esclusa de Esna, un buen motivo para activar las cámaras fotográficas; una esclusa que el barco debe salvar. Permite el paso de dos barcos cada 30-35 minutos. El grupo Oneira disfrutó antes de la cena de un par de horas relajadas en Edfú, una ciudad religiosa de gran importancia económica para Egipto. Nuestros viajeros aprovecharon para recorrer la ciudad en coche de caballos.

El lunes antes de continuar la navegación no podíamos dejar dejar de visitar el Templo de Horus de Edfú, del dios Halcón, construido entre el 237 y el 57 a. C. , uno de los mejores conservados del Antiguo Egipto. Los relieves de las paredes han proporcionado una gran información a los arqueólogos sobre los rituales del templo y el gran poder que detentaban los sacerdotes. En la última parada de nuestro crucero, el grupo descubrió el Templo de Kom Ombo, sito en uno de los más bellos emplazamientos del valle del Nilo, muy cerca de donde antaño se tumbaban al sol los cocodrilos sagrados. El templo está dedicado a dos divinidades, al dios local Sobej y a Horus el Viejo, dos templos simétricos en uno.

La noche en nuestra motonave fue especialmente jubilosa. Se organizó una fiesta tradicional árabe, y debidamente disfrazados, correspondía bailar al ritmo de la música que un improvisado DJ ofrecía para los viajeros del crucero, mezclando clásicos de discoteca occidental con algunas canciones árabes muy bailables. Una noche divertida.

El martes alcanzamos Asuán. Aquí el desierto cambia de aspecto. Es la atmósfera nubia, la auténtica África, la frontera del Antiguo Egipto. Las aguas de un Nilo ancho, indolente y bonito se abren paso a través de rocas graníticas rodeando la Isla de Sehel. Desde la Antigüedad, Asuán es un inmenso mercado sito en una encrucijada de caminos procedentes de África. En la Isla de File visitamos el Templo de Philae (o Templo de Isis), la “perla del Nilo”,  uno de los más importantes y bellos a orillas del río, el último templo construido en estilo clásico egipcio. Atrajo peregrinos durante miles de años, uno de los últimos templos paganos en funcionamiento tras la extensión del cristianismo. El culto a Isis en File se remonta al s. VII a. C. y se mantuvo hasta el 550 d.C. Un templo extraordinario y bello. En la capilla de Osiris se celebraban los misterios del dios, con paredes cubiertas  sobre el mito de la muerte y resurrección de Osiris. Nos acercaremos a la orilla oriental de Asuán para conocer el espectacular Obelisco Inacabado sito en las canteras, explotadas desde la VI dinastía hasta la época grecorromana. Su peso está calculado en 1.200 toneladas, con 36 m de longitud.

Por la tarde realizamos una navegación en faluca (típico velero egipcio) por el Nilo, donde no faltó un poco de jolgorio a cargo de uno de los músicos de abordo que animó al grupo invitándolos a un baile monocorde, con percusión, muy africano. Dicen que la música que escucharon los antiguos faraones es la música que se escucha en Nubia.  A continuación, el grupo realizó una excursión al poblado Nubio, montados en camello,  para conocer la vida cotidiana de sus habitantes. Preciosas sus coloridas casas hechas de adobe y sus puestos de comidas y especias, y las inevitables tiendecillas de vendedores,  con las que se ganan la vida, descubriendo la amabilidad de sus gentes de piel oscura y hechizante mirada. Los nubios perdieron sus casas y hogar tradicionales tras la construcción de la antigua presa en el río Nilo.

A la finalización del crucero hicimos algunas visitas en el entorno de Asuán, una vez visitada la Gran Pesa Alta de Asuán. Más allá del dique se extiende el lago artificial Nasser. En nuestra ruta hacia Abu Simbel visitamos el Templo de Kalabasha, una impresionante estructura ptolemaica y romana dedicada al dios solar nubio Meruel.  Cerca encontramos el Templo de Beit Al Wali, construido por Ramsés II y excavado en  roca. De nuevo con relieves conmemorando los triunfos de Ramsés II sobre sus enemigos nubios y sirios. Al norte del Templo de Kalabasha se hallan las ruinas del Templo o Kiosko de Kertassi, Los restos son muy pintorescos, mostrando dos columnas de Hathor, un gran arquitrabe y cuatro columnas con capiteles papiriformes.

Llegamos a nuestro destino, a Abu Simbel. Los templos de Abu Simbel fueron erigidos por Ramsés II de forma tal que los rayos del sol penetraran en el interior de la montaña e iluminaran el santuario del dios los días de su aniversario y su coronación, el 21 de febrero y 21 de octubre. El imponente Templo de Ramsés II, es la edificación funeraria subterránea ( o espeo) más meridional del Antiguo Egipto. Los cuatro colosos de Ramsés II vueltos hacia Levante se muestran altivos en una fachada de 33 m de alto por 33 m de largo. El Templo de Nefertari, también conocido como Templo de Hathor es el más pequeño de los templos de Abu Simbel. En su fachada excavada en roca se reproduce el tema del coloso real de Ramsés II alternando con las efigies de su gran esposa Nefertari, con su traje de Hator-Sotis y las de sus hijos. Juan Goytisolo escribió sobre Abú Simbel en EL PAÍS el 14 de enero de 2012: “… me fascinó contemplar unas estelas y pinturas de prodigiosa modernidad.  No me enfrentaba allí a un arte hermoso, pero muerto y museizado, sino a expresiones artísticas de una energía misteriosa que no me remitía a lo creado hace casi cuarenta siglos, sino a picassos y giacomettis. Mientras me abstraía en su contemplación dudaba del siglo en que vivía…”.  Aprovechamos la estancia en este lugar apartado de Egipto para contemplar por la tarde/noche el Espectáculo de Luz y Sonido de Abú Simbel, con proyecciones en las fachadas mayor y menor del templo, mostrando su aspecto original; con maravillosa iluminación, música y narraciones.

Nos queda, amigos, disfrutar de Menfis… en El Cairo. La última parte del viaje la dedicaríamos a visitar la Ciudadela, construida en el Medievo por Saladino; sobresaliendo magníficamente la Mequita de Alabastro, donde también nos fotografiamos en grupo. Nuestra primera visita el primer día en la capital de Egipto fue trasladarnos a visitas la única de las siete maravillas del mundo antiguo que han permanecido en pie hasta nuestros días: La Gran Pirámide de Keops. Nada más alucinante sobre la Tierra (que no sea un espectáculo natural). ¿Quién construyó estas pirámides en la Meseta de Guiza? ¿Cómo se levantaron y por qué? Además de la de Keops, la Pirámide de Kefrén, y la de Micerinos; esta última hermosa en su forma, pero la más pequeña de las tres.  La segunda aún conserva el revestimiento de caliza original. Podemos imaginarnos estas pirámides en su origen, cubiertas con piedra blanca y pulida, de brillo cegador. Su revestimiento fue arrancado para uso en palacios y mezquitas. El grupo, los que quisieron entrar, visitaron las cámaras y pasadizos del interior de Keops, otra magnífica experiencia.  Continuamos todo el día realizando múltiples visitas: el Coloso Tumbado de Ramsés II, una “colosal” estatua esculpida en un solo bloque de más de 10 m. No dejamos de visitar la Pirámide Escalonada de Zoser, el monumento de piedra más antiguo del mundo, rodeada por un enorme recinto funerario. En Menfis también visitaríamos dos nuevas tumbas excavadas: Tumba de Mereuka y la Tumba de Mijo, esta última recientemente aperturada. Mereruka fue visir y yerno del faraón Teti de la dinastía VI, su tumba, en forma de mastaba se halla al noreste de la pirámide de este rey. Ocupa 1000 m2 y mide 40 m de largo por 24 m de ancho.

Las visitas del día siguiente, además de a la parte antigua musulmana de Egipto, se centraron en disfrutar al máximo el Museo Egipcio de El Cairo, actualmente dispuesto en dos plantas. Pasear por sus pasillos representa un auténtico viaje al pasado, al Antiguo Egipto. Hay más de 100.000 objetos en 15.000 m2. Algunas de las galerías más importantes son:  Galerías de Tutankamón; ocupan gran parte del primer piso. Salas del Imperio Antiguo, 42, 37 y 32. Sala Amarna, con el protagonismo de Akenatón. Tumbas reales de Tanis; sala con joyas de oro y piedras preciosas. Las diferentes galerías de momias, incluidos algunos restos embalsamados de animales. Según sus creencias, el alma existía y podía regresar y reencarnarse en el cuerpo del difunto. La momificación está basada en la leyenda de Osiris; Seth descuartiza su cuerpo para impedir su resurrección y es Isis quien reúne los trozos y recompone el cuerpo, lo venda y le devuelve el soplo de vida. Algunas de sus piezas más importantes:  la musculosa estatua de Kefrén, las cabezas de Nefertiti, el sillón de la esposa real Satamón (hija de Amenofis III), el Tesoro de Tutankamón, grupo colosal de piedra de siete metros de alto descubierto en Medina Habu y las estatuas de Rahotep y Nofret, entre muchas otras.

Y hasta quí dio de sí nuestro fulgurante  viaje al misterioso Antiguo Egipto.  Pronto estableceremos una nueva fecha para armar un nuevo grupo para descubrir estos antiguos tesoros arqueológicos. Desde aquí nuestro agradecimiento a Gloria

Alberto Bermejo

Gloria Jordán y David Esteso (MQUP)

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Egipto: la caída del Imperio Antiguo

Estoy pesaroso por las noticias que estamos conociendo por la Dana o Gota Fría en el Levante, en mi tierra,  de triste actualidad. Terrible acontecimiento. No solo los desastres naturales acaecen en nuestra época. Grandes civilizaciones de todos los tiempos han sucumbido por catástrofes diversas. Me viene a la cabeza la caída de algunos imperios mesoamericanos en Centroamérica. Pero hoy quiero reflexionar sobre la caída del Imperio Antiguo en Egipto, aprovechando que visitaremos el país de los faraones en diciembre de 2019 con Oneira club de viajeros.

El Imperio Antiguo egipcio está marcado por el apogeo de Las Dinastías III, IV y V (2686-2345 a.C.) y su declive en las Dinastías VI, VII y VIII (2345-2160 a.C.). Estos reinados están marcados por una gran religiosidad, una monarquía centralizada y una expresión artística muy relevante, con la construcción de grandes complejos arquitectónicos.

Pero los científicos debaten de forma importante sobre qué llevó a la civilización egipcia a colapsar hace más de 4.000 años. En la tumba de Anjtifi en El-Moalla, nomarca en el nomo de Hierakómpolis en la IX Dinastía, se afirma:

... Todo el Alto Egipto estaba muriendo de hambre y la gente devoraba a sus hijos, pero yo no permití que nadie muriese de hambre en este nomo... La ciudad entera había llegado a ser como langostas, yendo río arriba y río abajo (en busca de comida)...

Todo apunta a una gran hambruna que ocurriría durante los últimos años del declive del Imperio Antiguo. Hay varios textos similares al indicado en distintos lugares de Egipto. Merer, en Edfú, afirmaba:

... Yo enterré a los muertos y alimenté a los vivos, a cualquier lugar que fui en esta sequía que ocurrió. Cerré todos los campos y montículos de la ciudad y de las afueras de ésta, no permitiendo que sus aguas inundasen a todos, como hace un respetado ciudadano para que su familia pueda sobrevivir...

En las Admoniciones de Ipuwer, Diálogo del desesperado o las Instrucciones de Merikaraseñalan respecto del Imperio Antiguo que la sequía sería la única y principal responsable del fin del Imperio Antiguo, aunque también analizan la responsabilidad de los propios egipcios que no hicieron lo suficiente para resolver los problemas.

Un estudio publicado en “The Daily Mail”  presenta una serie de pruebas analizando los anillos de árboles encontrados en la madera del ataúd de Ipi-ha-Ishutef y unos barcos funerarios enterrados cerca de la Pirámide de Sesostris III, de nuevo apuntando a la falta de recursos como responsable del fin del Imperio, producido por un evento árido de gran alcance que impactó en los elementos de la madera analizada.

El debate es intenso sobre las causas que ocasionaron esta caída. Sin embargo, he leído y escuchado en la Red y en algunos programas de TV que las pruebas son demoledoras actualmente, con nuevas investigaciones que se han llevado a cabo recientemente con extracciones de trazas de hielo antiquísimo en el Kilimanjaro (nieve superpuesta durante generaciones)  y que han detectado la presencia de extraordinarias cantidades de polvo hace 4.000 años que justificaría una mayor aridez en África Nororiental y revelaciones similares en relación con sedimentos encontrados en un lago actualmente seco, que estaría pegado al Nilo, y que demostrarían asimismo una sequía pertinaz que explicaría el declive del Antiguo Egipto en esa época. Nuestro guía nos trasladará en nuestro viaje su propio punto de vista y sus investigaciones.

Terrible. La sequía ha hecho estragos, en toda nuestra historia humana. Y sigue haciéndolo hoy en día. Mas siempre nos quedará la belleza, toda esa belleza de los lugares que nos quedan por recorrer. Cierro  con los versos de una canción, Sonnet, de los atemporales The Verve, que una amiga recordaba recientemente en Facebook:  

Vaya por todos aquellos que estos días se han visto fustigados por el enfado de la Madre Naturaleza.

...Why can't you see
That nature has its way of warning me
Eyes open wide
Looking at the heavens with a tear in my eye...

...Por qué no puedes ver
Que la naturaleza tiene su forma de avisarme
Los ojos bien abiertos
Mirando al cielo con una lágrima en el ojo...

Alberto Bermejo 

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